La génesis de "Gritos y susurros" es una imagen
recurrente que obsesionó a Bergman
durante largo tiempo, tres mujeres vestidas de blanco en una habitación roja. A
partir de esta imagen construirá una película de cámara intentando superar el
fracaso artístico (opinión suya) que
supuso su película americana "La
carcoma". El título elegido, bello y apropiadísimo, lo saco de un crítico
musical que escribió sobre un quinteto de Mozat diciendo que era..."como
escuchar gritos y susurros".
El punto de partida es la proximidad de la muerte de una de
las tres hermanas protagonistas, Agnes
(Harriet Andersson) lo que propicia su reunión en la vieja casa familiar con
sus otras dos hermanas, Karin (Ingrid Thulin) y María (Liv Ullmann). También
coincide con las tres hermanas Anna (Kari Sylwan) sirvienta familiar. Bergman
dota a cada mujer de una personalidad diferente representando cada una de ellas
un tipo de mujer. Agnes resignada y sufridora ante la inminencia de su muerte.
Karin fría, distante, frígida. Agnes, apocada, sufrida, llena de fe , bondadosa
y María, sensual, carnal. Contrapone la conducta sexual de María, juguetona y
seductora que engaña a su marido con el médico familiar con la de Karin incapaz
de mantener contacto físico con su propio marido.
La película desarrollada prácticamente en su totalidad en
interiores, es un estudio fascinante de la personalidad femenina, compendio de
las personalidades de las tres hermanas así como de la criada, sobre las que
recae la mayoría del peso dramático de la cinta. También es un análisis de la
enfermedad y la muerte, temas abordados por Bergman en otras ocasiones, y
tratados de forma crudísima. La película adopta una narrativa en flashbacks adoptando
diversos puntos de vista que
corresponden con sus protagonistas femeninas y que aportan datos que van
configurando las diferentes personalidades de hermanas y sirvienta.
Contraponiendo el comportamiento distante, casi de obligación familiar de Karín
y María con la moribunda Agnes con el verdadero amor que sienten Anna y Agnes
(apunte lésbico incluido) y que tiene su punto culmínate con el plano de Agnes
en la cama apoyada en Anna que evoca "La piedad" de Miguel Angel.
También "Gritos
y susurros" es color. Color rojo.
Bergman y su director de fotografía Sven Nykvist estudiaron hasta el último
detalle todos los objetos y vestuario que aparecen en la película, jugando
constantemente con el contraste entre el color rojo de la casa familiar y el
blanco de los vestidos, en otras ocasiones con el negro, utilizando los colores
de manera metafórica y emocional. Para Bergman el color rojo es el interior del
alma. Hasta los habituales fundidos en negro pasan a ser fundidos en rojo.
Abundan en la película primeros planos, como en muchas otras
obras de Bergman, sin duda uno de los grandes maestros del primer plano,
sacando todo el partido posible a las dotes dramáticas de las cuatro actrices,
escrutando sus rostros, su gestos casi, podríamos decir que miramos su alma.
Ésta manera de filmar implica un grupo de actrices de la talla de las citadas,
prodigiosas y entregadas y que en algunos momentos de Thulin y Ullmann recuerdan
a los de "Persona" entre Bibi Andersson y la propia Ullman.
La utilización de la música es puntual utilizando a Chopin
en dos momentos evocadores y a Bach en dos ocasiones de un modo más dramático
destacando el momento de aparente reconciliación entre Karin y María donde la
pieza no deja oír la conversación entre las dos acentuando así la
incomunicación existente entre ambas. Junto con la música destaca la
utilización del sonido, concretamente el tic tac de los relojes que suena a lo
largo de toda la película y que da una sensación ambivalente, tanto de
inexorable paso del tiempo, como de tiempo suspendido dentro de la casa
familiar.
Es importante destacar también el tratamiento fantástico
pero tratado de modo naturalista que en esta ocasión Bergman da a la muerte de
Agnes. Ésta muere agonizando, en una escena durísima, evocando en posición a la
muerte de Cristo, pues bien, en una secuencia posterior Agnes misteriosamente
revive pidiendo ayuda, siendo rechazada por sus dos hermanas y recibiendo la
ayuda de la bondadosa Anna, culminando con el plano antes citado evocando
"La piedad". Estos actos así como los cuidados y afecto sentido por Anna
no serán tenidos en cuenta por las dos hermanas quedando avocada a la soledad
mientras lee en el diario de Agnes un momento feliz de su triste existencia.
A.H.
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