Ya son muchos años los transcurridos desde el estreno de Perros de paja y todavía sorprende la
cantidad de opiniones encontradas que genera. Una de las cuales y, bajo mi punto de vista, también una de las más disparatadas, que demuestra no entender nada de lo que
Peckinpah intentó expresar, es que se trata de una película de "venganza".
Acusada de regocijarse en la violencia, fascista, machista, o todo a la vez, lo
cierto es que el tema central de Perros de paja es que lo instintivo sigue latente y nunca va a poder ser erradicado
del ser humano. Reprimido sí, pero en determinadas circunstancias o ambientes
lo instintivo acabará aflorando, en definitiva, que el hombre en esencia no
esta tan lejos de los animales.
John Stuart Mill decía :
" Si la sociedad es posible, es precisamente porque el hombre no es por
necesidad una bestia. La civilización en cada uno de sus aspectos no es más que
una lucha contra los instintos animales".
Visto de este modo, David
(Dustin Hoffman) es el que estaría más alejado del hombre primitivo, tratándose
de un intelectual estadounidense, pero que avocado como se verá a una situación
límite puede ser incluso más despiadado que cualquiera de los lerdos lugareños
que habitan el pueblo donde se aloja temporalmente.
David reprime su naturaleza violenta bajo su superioridad
intelectual, cuando esa violencia aflora y él "derrota" a los violadores
de su mujer y sus compinches no puede reprimir una mueca de satisfacción.
Amy (Susan George) reprime su sexualidad al estar con David,
el cual no la satisface ,la considera inferior (por serlo intelectualmente) y
es incapaz de portarse como "un hombre" cuando matan a su gato, de
ahí las continuas insinuaciones y provocaciones al grupo de su antiguo novio Charlie
(Del Henney).
Pero lo interesante es como Peckinpah expresa todo esto en imágenes.
Ya se ha hablado mucho de su utilización del montaje o de su fascinación por la
violencia, pero en esta ocasión me gustaría hacer notar el magnífico uso que hace
del color. El operador John Coquillon (en Eastmancolor) logra una magnifica
fotografía en tonos marrones, en perfecta coordinación con la dirección
artística y vestuario. No suelen llamar la atención este tipo de trabajos
fotográficos, digamos que lucen poco, llaman mucho más la atención los atardeceres,
contraluces, juegos de luces y sombras, que una fotografía apagada, neutra,
sucia, pero que en este caso resulta fundamental desde el punto de vista narrativo.
Parece en ocasiones monocromática, en exteriores apenas se vislumbra el sol,
dando la sensación de monotonía, de tristeza, de espacio cerrado en sí mismo.
En el discurrir de la historia el elemento que desencadena
la cadena de acontecimientos que precipitan explosión de violencia final es Amy,
el deseo que genera en su antiguo novio y sus amigos y Peckinpah sabedor de esto lo recalca, de
forma más evidente mediante sus atributos físicos que tanta turbación causan en
ese pueblo reprimido, pero también mediante el uso del color en su vestuario,
ella es la única que viste con tonos distintos al resto, que se aleja en alguna
ocasión de los tonos marrones, remarcando así su diferencia.
Sintomático a este respecto es la famosa escena de la doble violación.
Peckinpah sabedor del efecto que causará la brusca irrupción del color en una
película, que como decíamos es prácticamente monocromática, viste a Amy con un
albornoz azul marino (propio de una película de Godard, lo que podría dar lugar
a maliciosas reflexiones), utilizando un color puro, en una película
desarrollada prácticamente en colores
neutros hasta ese momento. Esto produce sensaciones que potencian en el
espectador los deseos sexuales que produce Amy en sus agresores y por extensión
en los habitantes de la comunidad. De haber utilizado un albornoz de otro color
más neutro o haber introducido más notas de color anteriormente se hubiera diluido
el efecto reservado hábilmente por Peckinpah para ese momento, que seguramente
tenía claro que era uno de los más importantes de toda la película.
Otro ejemplo al respecto lo vemos en el momento que comienza
el acoso a la casa de Amy y David por
parte de de la "banda" de Charlie. Hay un momento en que David le
dice a Amy que se acueste que él se encargará solo de resolverlo, momento clave,
pues refleja un cambio de actitud del personaje, que decide defender lo
"suyo" (hogar, mujer) incluso usando la violencia. En ese momento
David corre una cortina (cambio de acto en una obra teatral) de un rojo
intenso, color que anticipa el baño de sangre posterior.
A. de la Hoz.