En un determinado momento,
avanzado el metraje, un plano picado nos muestra la mano de Fitzcarraldo (Klaus
Kinski) garabateando en una hoja de papel el itinerario que pretende seguir con
su barco para conseguir un cargamento de caucho, que le proporcionará los
dividendos suficientes para montar una ópera en medio de la selva amazónica en
la que participe el tenor italiano Enrico Caruso. Si ya la sola idea de
contratar a una estrella de ese calibre, además de la creación de un escenario
acorde a las exigencias en Iquitos, Perú, parece descabellada, súmese el hecho
de que la ruta que quiere seguir Fitzcarraldo es la que une las dos laderas de una montaña, lo que implica arrastrar la embarcación de una orilla hasta la
cima de la montaña, para luego descender por la otra ladera hasta la otra orilla
del río; para ello contará con la ayuda de una tribu de Indígenas que idolatran
a la nave y a él como a Dioses.
Herzog para mostrar el sueño de
Fizcarraldo, filma los trazos que esquematizan la ruta a seguir en negro sobre
blanco, sirviendo de subrayado a la voz de Kinski, narrándolo detalladamente de un modo didáctico,
pues la alucinada empresa es el tema
central de la película.
Nos encontramos en el terreno de
la aventura, pero Herzog se aleja voluntariamente del esquema de aventura más
clásico, para él se trata de una lucha del hombre contra la naturaleza, una naturaleza
hostil. Consecuentemente con este planteamiento decide que el barco utilizado
ha de ser un barco real (en realidad parece que se usaron tres), subido por una
montaña real, descendiendo por un río real, es decir, en los planos de la
película pretenderá una captura de la realidad,( no en vano, Herrzog sostiene
que los mejores documentales de sus films son ellos mismos). Sabidos son los
problemas que le acarreó este planteamiento. La mitad del material, rodado con
Jason Robards como protagonista fue desechado al enfermar de disentería,
continuos enfrentamientos del irascible e incontrolable Kinski con el equipo,
hasta tales extremos que Herzog amenazó con dispararle y un indígena se ofreció
para asesinarlo si el director alemán así lo creía necesario, repetidas
inundaciones, falta de presupuesto...el sueño de Herzog es intercambiable con
el de Fitzcarraldo, la obstinación también. Su idea es creer en los sueños y
hacerlos realidad pase lo que pase, lo define como "La conquista de lo inútil"
(título del diario de rodaje que escribió Herzog , publicado hace unos años).
El resultado es un film
tremendamente orgánico, ajeno a modas, con una gran carga telúrica, la
filmación es la aventura misma. Igual que un torero arriesga "arrimándose",
rozando la piel del astado, Herzog coloca la cámara en el sitio más peligroso,
dotando a los encuadres de una fuerza inusitada .La tala de los colosales
arboles amazónicos para abrirse paso a través de la montaña, el pringoso barro,
el sonido que producen las cuerdas al tensarse cuando el barco asciende por la
montaña, los rápidos del río, todo mostrado de la manera más autentica posible
y que confiere a la película toda su energía.
Por todo lo expuesto hasta ahora
hay unos planos que son un verdadero misterio dentro de la película; una vez
superado el reto, conquistada la montaña, mientras la tripulación
descansaba en el barco por la noche, los
supersticiosos indígenas sueltan las amarras precipitando la embarcación si
control por los rápidos del río. Es en este descenso donde acontece algo que
invita a la perplejidad. Entre los planos de la embarcación "real" golpeándose
contra las orillas rocosas del río, Herzog inserta planos de una maqueta del
barco, a cámara lenta, descendiendo por un falso río. Qué quiere mostrar con
esta decisión es algo difícil de entender. ¿Por qué insertar un falso barco después
del empeño de que todo sea lo más real posible? Planos, además, totalmente
prescindibles. Quizá pretende mostrar lo que hubiera sido la película usando técnicas
más económicas y convencionales; quizá es una forma de engrandecer lo
conseguido por contraste, o quizá sea una maqueta en la que juegan los Dioses
con el destino de los hombres como lo hacía en el Olimpo Zeus con el destino de
Jasón en Jasón y los Argonautas (Jason an
de argonauts ; Don Chaffey, 1963)...Quién sabe.
A. de la Hoz.