Creo que está fuera de toda duda la capacidad de Charles
Chaplin para crear imágenes de una gran
fuerza poética, a la par que graciosas y emocionantes. En La quimera del oro hay varios ejemplos de ello, como la (justamente) famosa secuencia
de la bota, o el memorable baile de los panecillos. Pero Chaplin además de un enorme
cómico, y un magnífico actor también era un gran director, que apostaba por la
sencillez (que no simpleza) en la planificación, y por una transparencia
extrema.
En La quimera del oro hay una secuencia( y dentro de esta un
plano) que no es tan famosa como las anteriormente citadas pero que a nivel
cinematográfico creo que está por encima de ellas.
Empieza con el vagabundo encarnado por Chaplin caminando hacia
un salón de baile, va abrigado, pues todo esta nevado y ataviado con una sola
bota porque la otra ha tenido que comérsela anteriormente para poder sobrevivir,
así que lleva el pie envuelto en trapos. La película mantiene generalmente un
tono de comedia, es una cuestión de tono, porque visto aisladamente el plano es
bastante desolador.
Entra en el local. Y aparece una cortinilla que dice "The
stranger" que a mi modo de ver sobra, pues lo que viene a continuación nos
muestra precisamente eso, la condición de extrañó del vagabundo, llevada al extremo, pues nadie parece
verlo, parece un fantasma.
Una vez dentro hay un plano general de Chaplin avanzando
lentamente, todo el mundo le ignora, intenta integrarse, se mezcla con la
multitud sin éxito, es un paria, un
excluido. Chaplin maneja el tono de una manera magistral, esto es posible en
gran medida a que el publico empaniza asombrosamente con el personaje del
vagabundo. Hay un cambio de plano aparece en el escenario un violinista que
comienza a tocar. Nuevo cambio de plano, la cámara situada más o menos en la
entrada del local. Toda la gente del local avanza hacia el fondo del local
donde está la pista de baile (hacia el fondo del plano)...todos menos el
vagabundo.
Ese movimiento de los actores y figurantes en el plano,
dejando en primer término la figura solitaria de Cahplin de espaldas produce
una sensación de aislamiento y de soledad de una fuerza tremenda, muy semejante
a la producida en el último plano de Centauros
del desierto. (The serachers; John Ford, 1956.). La
película es de 1929 y demuestra que la profundidad de campo se usaba muchos
años antes de Orson Welles y su Ciudadano
Kane (Citizen Kane; Orson Welles,
1941.) aunque éste la convirtiera en "estilo". Pero Chaplin no
contento con semejante muestra de talento, decide darle un toque poético, que
además de emocionante, sea estéticamente bello. Entonces el vagabundo de
espaldas se apoya sobre el bastón (arqueándolo), desplaza ligeramente los pies
y delicadamente mueve la mano al ritmo de la música. Poesía en imágenes.
A.H.