Una de las mayores trabas que
arrastra La sirena del Mississippi
reside en Jean-Paul Belmondo, incapaz de transmitir la ingenuidad y pasión que
requiere el personaje del empresario del tabaco Louis Mahé, a lo que tampoco
ayuda la imagen estereotipada que
arrastra(ba) Belmondo. Catherine Deneuve con la frialdad y distanciamiento
habituales está mejor encarnando un personaje que miente continuamente y carece
de escrúpulos, pero esas mismas cualidades limitan la carga de voluptuosidad
necesaria para entender la pasión que Louis siente por ella. Lo inverosímil del planteamiento, una serie de casualidades difíciles de
asimilar, así como una puesta en escena deudora de la época (algunos zooms
horribles) limitan el alcance de una película que no obstante atesora buenas
ideas y resoluciones formales.
Louis va a contraer matrimonio
con Julie, una mujer a la que conoce sólo por correspondencia; al encontrarse en persona descubre que su físico no se
corresponde con el de la foto que le envió la persona con la que se carteaba,
Julie lo justifica diciendo que ese retrato lo envió debido a los temores
naturales de una relación epistolar, aún así y a pesar de los numerosos
indicios que hacen suponer que Julie es una impostora, Louis decide casarse con
ella y poner toda su fortuna también a su nombre, obviamente fascinado por su
belleza. Ahí reside uno de los apuntes más interesantes de la propuesta, en que
la fascinación de Louis por Julie es irracional, totalmente instintiva con una
clara naturaleza sexual.
A lo largo del metraje Truffaut
va apuntando las diferencias existentes entre la pareja. Louis siente una
pasión "incondicional" y está dispuesto a todo por Julie, pero esa
pasión está sustentada en gran medida en un componente sexual, Julie lo sabe y
cada vez que aparecen nuevas sospechas de Louis no duda en entregarse a él. Julie sólo quiere aprovecharse del dinero de
Louis, y lo que hace de ella un personaje más atractivo es que sabemos lo qué es
por su actos que contradicen continuamente sus palabras y por cómo Truffaut
elabora una puesta en escena que en todo momento quiere dejar de manifiesto dos
concepciones diferentes del matrimonio (o relaciones de pareja) que nada tiene
que ver con el amor verdadero.
Hay una rima entre dos secuencias
que expresa muy bien el modo en que Truffaut cuenta mediante la puesta en
escena las diferencias entre los dos personajes. Julie ha huido con el dinero
de Louis, este por pura casualidad (uno de los peores momentos de la película)
da con ella en un local nocturno, entra por sorpresa en su habitación empuñando
una pistola y dice que va a matarla. Más adelante cerca del final Julie intenta
envenenar a Louis, éste se da cuenta de ello. Nos encontramos con dos
secuencias simétricas, en la primera Julie enfrentada a la muerte a manos de
Louis, en la segunda hay una inversión de roles. Pues bien, la reacción de
ambos es la misma, los dos aceptan la muerte. La diferencia reside en que la
reacción de Louis es verdadera, le da igual morir si ella lo desea, por eso
Turfrautt lo filma con frontalidad utilizando primeros planos, mientras que en
la anterior secuencia cuando Julie dice que le da igual morir lo filma en plano
medio y además aparece reflejada en un espejo, mostrando de esta manera que
Julie está mintiendo.
En otra secuencia mediante el uso
del montaje paralelo Truffaut pone de manifiesto de nuevo la disparidad de
pareceres del matrimonio. Louis ha tenido que viajar a conseguir dinero,
para lo que ha tenido que recurrir a la venta de su fábrica. En el viaje tiene un dialogo con su comprador
que se muestra incrédulo ante lo que él hace por su mujer, que obviamente se
está aprovechado. Le dice que no sabe el motivo de por qué lo hace, y supone
que en el fondo es desgraciado. Louis le responde sinceramente que no puede
decir que sea feliz con ella, pero que de lo que está seguro es de que no puede
vivir sin ella, poniendo de nuevo de manifiesto lo irracional de su deseo.
Bruscamente se produce un corte y vemos un avión despegando (para los amantes
de lo simbólico). Nuevo corte y vemos a Julie, en bata pintándose las unas. Llaman
al telefonillo, es Louis que se ha adelantado en su llegada, le dice que tiene
el dinero. Julie esboza una sonrisa y comienza a cambiarse de ropa, entonces
comienza un montaje en paralelo de Julie vistiéndose y Louis subiendo en el
ascensor; en esta alternancia de planos vemos a Julie acicalarse, ponerse el
liguero, medias, vestido, apagando la luz y vemos a Louis en el ascensor , un encuadre
centrado en la cartera en la que trae el dinero. Evidentemente el montaje en
paralelo deja de manifiesto del intercambio que se va a producir de sexo por
dinero; la contraposición del amour fou
contra el interesado. Julie se tumba
en la cama boca arriba, con los ojos cerrados, Louis la pregunta que si le
quiere, ella asiente con la cabeza y él comienza a desabrocharla el vestido.
Todo es frio, Julie apenas se mueve, un mero intercambio. Fundido en negro, una
mesa llena de billetes en plano picado y las manos de Julie contándolos.
A. de la Hoz.