Cincuenta años después de su realización "La
Jeteé" sigue siendo una película única, inclasificable, referencial en la
historia del cine. Difícilmente etiquetable (documental, ciencia ficción,
fotonovela, como guastaba llamarla a Marker) nos sitúa después de un hipotético
apocalipsis nuclear. Un prisionero de guerra es escogido para viajar al pasado
con el propósito de conseguir ayuda para el presente. En uno de eso viajes
conoce a una mujer cuya imagen le obsesionaba desde la infancia y trata de
encontrar respuestas a esa obsesión, en concreto a un recuerdo de ella en un
aeropuerto.
Pero si por algo se recuerda a la película, más que por su
argumento, que también, es por la forma de narrarlo que elige Chris Marker, que
no es otra que contar la historia mediante un narrador en off visual y
recurriendo a una sucesión de fotografías fijas en blanco y negro, solamente
interrumpidas en una ocasión por imagen en movimiento, propiciando una
sensación difícilmente descriptible.
La utilización de la banda sonara compuesta de sonidos de
todo tipo (susurros, tic tac de relojes..)
es igualmente ejemplar y acompaña a la perfección a la sucesión de fotografías,
de recuerdos, de trocitos de tiempo que vemos en pantalla. El tiempo como
imagen, (al contrario que para Proust ),recuerdos incompletos, difusos,
obsesivos.
No falta ni sobra nada, cada fotografía esta ahí porque
tiene que estar, con el tiempo justo en pantalla, con iluminación y encuadre
precisos, todo un ejercicio te "tempo narrativo", de montaje.
Si hay una película en la historia del cine con la que
emparentaría "La Jeteé" esa sería "Vertigo" Alfred
Hitchkock (1959). Diferentes formalmente pero muy semejantes en su fondo, con
dos personajes obsesionados por recuperar el pasado, el tiempo perdido (de
nuevo Proust.)
Sueños y recuerdos se funden de manera perfecta en esta
fábula futurista, profundamente pesimista de apenas 30 minutos de duración que
bastan a Marker para orquestar un discurso sobre la memoria difícilmente
superable.
A.H.
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