Mud; Jeff Nichols, 2012.
Pretty woman; Garry Marshall, 1990.
jueves, 26 de diciembre de 2013
domingo, 15 de diciembre de 2013
JACKIE BROWN. Quentin Tarantino. 1997.
(ANTI)ESTILO TARANTINO.
En Jackie Brown hay
una clara intención por parte de Quentin Tarantino de apartarse de la violencia
que caracterizó sus primeros dos largometrajes, y que, según una parte de la
crítica, era consustancial a su estilo y bien utilizada en el contexto elegido
por el autor, y según otros, era utilizada de una forma totalmente gratuita y sin
la más mínima sensibilidad. Desconozco los motivos que llevaron a Tarantino a
cambiar la manera de mostrar la violencia, si fue porque la historia se lo
sugería, si tuvo algo que ver Elmore Leonard, co-guionista y autor de la novela
en que se basa la película o fue porque quería cerrar algunas bocas demostrando
que era capaz, si se lo proponía, de
renunciar a la violencia explicita. Sea como fuere, Jackie Brown
es su cinta menos violenta, quedando en este sentido como aislada dentro
del conjunto de su filmografía, pues en sus películas posteriores ha abandonado
la senda que parecía iniciar con éste título.
De las cuatro muertes que acontecen a lo largo del metraje, la
que mejor ejemplifica lo expuesto anteriormente es la muerte de Beaumont
Livingston (Chris Tucker) a manos de Ordell Robbie (Samuel L. Jackson).
Beaumont, que trabaja para Ordell se encuentra en libertad bajo fianza (que
pagó el propio Ordell por medio de un intermediario). Fue detenido por la
policía y colaboró con ella, lo que propició que también fuese detenida Jackie
(Pam Grier) azafata de vuelo, que también trabaja para Ordell metiendo dinero
en el país desde Mexico, procedente de la
venta de armas. Ante este panorama Ordell decide eliminar a Beaumot temiendo que lo delate a él también. Seguramente, Tarantino en Reservoir
dogs o Pulp Fiction (o su
filmografía posterior) hubiera filmado la ejecución de Beaumot de forma
sangrienta, deleitándose en los detalles previos a ésta y la hubiera mostrado en toda su
crudeza, pues bien, aquí la ejecución está rodada de manera elegantísima y sin
ningún tipo de énfasis, digamos que, Tarantino la rueda de forma inversa a lo
que se espera de un director de su estilo, veamos.
Es de noche y Ordell va a buscar a Beaumont a su casa con la
excusa de que tiene para él un trabajo urgente, una especie de ajuste de
cuentas con unos coreanos, para lo cual debe meterse en el maletero del coche
con una escopeta, irán donde los coreanos, Ordell abrirá el maletero y él les
apuntará con la escopeta. Como es lógico (pese a no tener muchas luces y estar
colocado) a Beaumont le parece descabellado. Discuten y Tarantino lo filma con
un ángulo que ya es marca de la casa, un contrapicado desde el maletero del
coche. Al final Beaumonot accede y se mete al maletero a regañadientes. Plano
de Beaumont en el maletero protestando, Ordell cierra la puerta violentamente y
se pone al volante, pone música, se pone unos guantes de cuero mientras suena "Strawberry
letter 23" de los Johnsons Brothers. Sabemos que se va a cometer un
asesinato, y como Michael Madsen en Reservoir dogs, Samuel L. Jackson pone música,
mismos elementos pero tono diametralmente opuesto. Ordell saca un revolver de
la guantera, comprueba que está cargado, sube el volumen, gira la cabeza,
dirige una mirada hacia el maletero, sonríe sádicamente y arranca el coche. La
gran importancia de todos estos preliminares está en que Tarantino sabe que los
espectadores (recordemos que ya era una
estrella absoluta) esperan que la muerte sea sangrienta, violenta y explicita.
Plano a ras de suelo y vemos el coche alejarse a la vez que
cada vez escuchamos más lejana la música,( el uso de música diegética es
importantísimo en esta secuencia) hasta que ésta es inaudible, el coche dobla
la esquina y desaparece. La cámara comienza a desplazarse lentamente hacia la
izquierda y a elevarse en un suave movimiento de grúa, dejándonos ver una
especie de descampado urbano. Vemos aparecer los faros de un coche y comienza a
sonar la música otra vez, aumentando de intensidad a medida que se acerca el
coche, sabiendo de este modo que se
trata del coche de Ordell y que simplemente ha doblado la esquina. La cámara
sigue fija en la altura viendo el coche a una considerable distancia, se apagan
las luces del coche, la música se para, intuimos que Ordell se baja del coche,
pues el plano es lejano y es de noche. Oímos a Beaumont gritar:" ¡Coreanos
de mierda!" y oímos, casi inmediatamente, dos disparos, mientras vemos dos
estallidos de luz en la lejanía. La cámara inmóvil, en la misma posición.
Ordell sube al coche, lo arranca, vuelven a sonar "Strawberry letter 23",
el coche se aleja. Beaumont está muerto. Tarantino lo ha rodado todo de una
manera elegante, sin énfasis, jugando de manera maravillosa con la imagen y el
sonido, con las distancias, con el punto de vista y lo que es más importante,
descoloca al espectador, sorprendiéndolo, tirando por tierra las expectativas
de los que acudían a las salas a ver otra "película violenta de Tarantino".
A.H.
viernes, 29 de noviembre de 2013
PUNCH-DRUNK LOVE. EMBRIAGADO DE AMOR. Paul Thomas Anderson. 2002.
EL NIÑO Y EL RACORD.
Punch-drunk love
es una película que descoloca no tanto, como se ha dicho en un nutrido número
de ocasiones, por la interpretación de Adam Sandler, que se aleja de su imagen habitual en numerosas comedias intrascendentes, sino, sobre todo, por su voluntaria apuesta de no decantarse por la comedia ni
por el drama. El personaje de Barry roza el patetismo en numerosas ocasiones,
produciendo carcajadas en algunas y despertando compasión en otras.
Resultaría un experimento curioso el filmar las reacciones de los
espectadores en un pase de Puch-drunk
love, seguramente algunos se carcajearían en una escena que a otros les parecería
profundamente dramática. Una arriesgada apuesta de Anderson, por la
indefinición genérica, cambios de tono, uso de la música...que la aleja del
cine mainstream así como del resto de su filmografía.
En un momento cerca del comienzo de la película a Barry
(Adam Sandler) le invitan al cumpleaños de una de sus ¡siete! hermanas. Hasta
ese momento el tono de la película es bastante ligero, no sabemos gran cosa del
personaje de Barry salvo sus rarezas y timidez, así como su desplazamiento
dentro de su familia (es el único hijo varón). En la fiesta de cumpleaños las
hermanas se meten constantemente con Barry, le dicen que si se acuerda cuando
era pequeño que le llamaban "mariquita" y se cabreaba. Una vez llegó
a tirar un martillo contra la ventana, comenta una de ellas. Toda la secuencia
está planificada para que el espectador sienta el mismo agobio que siente
Barry, con las hermanas y cuñados de Barry entrando en el encuadre y acosándolo
con preguntas estúpidas. El uso de la banda de sonido hace que se oiga
constantemente un incomodo murmullo de diálogos superpuestos que
conscientemente agobia también al espectador. Algo parecido a lo que Anderson y su compositor (Jon Brion) consiguen con la música a lo largo de todo el metraje, es molesta y cargante por momentos,
siempre acorde con el estado emocional de Barry).
Al final, Barry queda aislado del resto de invitados,
encuadrado en un plano frontal, solo en el encuadre, mirando a un lado y a otro
agobiado. De fondo seguimos oyendo el murmullo de varias conversaciones
superpuestas, hablando cada vez más alto, incomodandonos. Cambio de plano, vemos
lo que mira Barry, mira a todos los invitados, que se van distribuyendo por el
perímetro de la mesa para cenar, cada vez halando más y más alto. Entonces se produce
un detalle de dirección que siempre me ha maravillado, y que me plantea la duda de si es consciente por
parte de Anderson o fruto de la casualidad. Uno de sus sobrinos mira a cámara
dos veces, como expectante de que algo va a suceder. Acto seguido Barry en un
ataque de ira rompe tres lunas de cristal de la puerta . El niño estaba mirando
a Barry y era el único que se daba cuenta de que Barry iba a estallar. Esta
planificación me parece interesantísima pero dudo que fuese premeditada, porque
en el siguiente plano el niño aparece sentado en el lateral de la mesa, en un
evidente fallo de racord.
Lo que hace pensar que sus miradas no son dirigidas
si no fruto de la casualidad o de la inquietud, o seguramente sabía que había
que girarse y estaba inquieto esperando la orden. ¿Quién sabe? A veces lo sutil
y enigmático es fruto de la casualidad, y sin ese fallo de racord estaría
alabando el cuidado delicado de Anderson para la puesta en escena.
domingo, 10 de noviembre de 2013
UNA CARA CON ÁNGEL. Stanley Donen. (1957).
EL SOMBRERO MÁGICO.
El planteamiento y desarrollo de "Una cara con
ángel" no puede ser más sencillo y manido. Un fotógrafo de una importante
revista de moda se topa con una muchacha que trabaja en una librería. Ante el
potencial que el fotógrafo y la dirección de la revista ven en ella, la
convencen para que haga una sesión fotográfica en Paris para la revista. Las
dudas de ella, más interesada en temas intelectuales y la consabida historia de
amor con el fotógrafo serán los ejes sobre los que se desarrolle la trama.
Lo que más me ha llamado siempre la atención es que pese al
tono ligero de la propuesta, los ataques a la intelectualidad francesa de la
época son constantes, el existencialismo y sus seguidores son ridiculizados en
numerosas ocasiones, decantándose abiertamente por el mundo lleno de frivolidad
de la moda y despreciando a beatniks y diletantes sartrianos. No recuerdo
muchas propuestas (y mucho menos en los años cincuenta) que osasen arremeter de
ese modo contra el movimiento existencialista.
El otro aspecto más destacable de la propuesta es bastante
afín a Donen, y es el magnífico uso del color (Ray June en Technicolor) y el
formato panorámico (Vistavision).
Jo Stockton (Audrey Hepburn) se queda sola en la librería
donde trabaja, todo está en desorden pues los miembros de una revista han
improvisado una sesión de fotos, dejando todos los libros desperdigados fuera de
sus anaqueles. Hábilmente, la librería y el vestuario de Audrey Hepburn tienen
tonos marrones y grises, simbolizando de esta manera la vida aburrida que lleva
Jo y consiguiendo que la entrada del mundo de la moda, con sus colores vivos y
continuo movimiento de modelos, fotógrafo, ayudantes de vestuario,
maquilladores ... contraste con la quietud de la librería y los colores
irrumpan en escena. Parece que una
película en blanco y negro se vaya coloreando gradualmente.
Cuando el torbellino del mundo de la moda desaparece de
escena, Jo queda de nuevo sola, con sus libros, todo de nuevo es gris y comienzan
a sonar los primeros acordes de "How long has this being going on?", de George e Ira Gershwin, que Jo empieza a cantar. Continúa cantando y
moviéndose en plano medio, lentamente por la librería. De repente, se topa con
un sombrero que se ha dejado olvidado el equipo de la revista. El sombrero es
naranja, amarillo y verde (diseñado por Edith Head), y el contraste con el decorado hace
que no despeguemos la vista de él, es un elemento extraño e irreal en ese
decorado. Jo lo coge, lo acaricia, y camina con él en la mano. Se acerca a un
espejo y al ponérselo en la cabeza la vemos reflejada. El sombrero, que por la
puesta en escena se convierte en un elemento mágico, la trasporta al otro lado
del espejo, a una realidad llena de color. Jo corre, salta, juega con el sombrero y lo que nosotros
percibimos es que el sombrero parece tener vida
propia, qué es el sombrero el que guía los movimientos de Jo, y no al
revés. Música, fotografía, vestuario, actriz, decorado, director, todo en
armonía en una secuencia para crear un momento mágico.
Al terminar la canción Jo se mira en el espejo, con cara
triste se quita el sombrero y lo arroja a un sillón, regresa del otro lado del
espejo, todo vuelve a ser gris.
A.H.
A.H.
viernes, 18 de octubre de 2013
HARDCORE. UN MUNDO OCULTO. Paul Schrader. (1979).
ESPEJOS DEFORMANTES.
El protagonista de Hardcore,
un mundo oculto, Jake VanDorn (George
C. Scott) al igual que muchos personajes en la filmografía de Schrader intenta redimirse y encontrar la paz interior, son personajes atormentados por un
sentimiento de culpa en busca de purificación interior. Personajes como Julian
(Richard Gere) en American Gigolo
(1982), John LeTour (Willem Dafoe) en Posibilidad
de escape(Light sleeper,1992), Wide Whitehouse (Nick Nolte) en Afliccion (1997) o Travis Bickle (Robert
De Niro) en Taxi driver(Martin
Scorsese, 1976) tienen que pasar su purgatorio particular para intentar
encontrar la salvación en forma de paz interior.
En Hardcore el personaje encarnado por Geroge C. Scott es un
empresario maderero que habita en una comunidad de origen holandes de una
fuerte tradición calvinista. Vive con su hija adolescente Kristen (Ilah Davis) a la que ha educado
siguiendo unos estrictos valores morales. Su hija parte hacia una convención
calvinista en California. Unos días después Jacke recibe una llamada en la que
le informan que su hija ha desaparecido, Jacke se desplaza en avión hacia California
donde contrata al detective privado Andy Mast (Peter Boyle) para que encuentre a su hija. Tiempo después
Jacke recibe una llamada del detective citándole en la ciudad porque tiene
novedades que contarle.
Entran en un sucio local de proyección de cine para adultos,
está cerrado, pero el detective ha
movido los hilos para que les dejen usarlo unos minutos.
Jacke está sentado en una butaca, escuadrado de frente, al
fondo la cabina de proyección. Comienza a proyectarse una película, una chica se
desnuda, vemos que es Kristen, la hija de Jacke, un hombre comienza a tocarla.
Vemos un encuadre frontal de Jacke, su rostro perplejo, se gira, sigue mirando.
Cambio de encuadre, la cámara se sitúa detrás de jacke, cuya cabeza nos impide
ver la pantalla, de esta manera Schrader no ha metido a nosotros los
espectadores en la sala de proyección, nos ha hecho partícipes. Nuevo plano
frontal de Jacke que continua inquieto e incrédulo. Plano detrás de Jacke, o lo
que es lo mismo, desde "nuestra butaca", vemos que aparece otro
hombre que se acerca también a Kristen, los dos empiezan a tocarla. Nuevo plano
frontal de Jacke que se tapa el rostro, no quiere verlo, la cara desencajada. Planos
desde las dos posiciones anteriores y comienza un ligero acercamiento a Jacke,
que se frota la cara, se agita, "Dios mio, es mi hija" susurra.
Comienza a llorar y a chillar, gritando "¡Apagueló!" suplicando que
deje de proyectar la película. Schrader está filmando una tortura. Scott está
excelente transmitiendo todo el dolor y el tormento de la situación. Termina la
proyección y Jacke va saliendo cabizbajo de la sala.
Hemos asistido al derrumbe moral Jacke pero, ¿cómo
visualizar ese estado?, ¿cómo crear una imagen que simbolice el estado en que
se encuentra Jacke cuando abandona la sala de proyección? La solución es la
siguiente: Plano de Jacke desde del vestíbulo del cine saliendo de la sala de proyección
reflejado en un espejo cóncavo, ese cuerpo distorsionado por el espejo es el
estado mental de Jacke.
A.H.
lunes, 30 de septiembre de 2013
CORAZONES INDOMABLES. John Ford. (1939).
EL ÍNDIO Y EL PARCHE.
Corazones indomables.
(Drums Along the Mohawk; John Ford,
1939) no goza del prestigio de otras de las grandes películas de Ford, no seré
yo quien diga que es una de sus obras maestras, pero es una interesante
película por muchos motivos.
Se trata de su
primera película en color (maravilloso Technicolor) y el uso pictórico que hace
del mismo, ayudado por Bert Glennon y Ray Rennahan como directores de
fotografía y la omnipresente( cuando hablamos de Technicolor) Nathali Kalmus, es
magnífico; se trata también de una película difícil de encasillar dentro de un
genero determinado, siendo un western, está más cerca del cine de aventuras, y
como muchas veces en Ford, alterna momentos dramáticos y cómicos en una misma
escena y lo hace de manera armónica y elegante.
Alternar comedia y drama en una misma secuencia es algo
sumamente complejo y es muy difícil encontrar el tono apropiado para ello, no
se me vienen a la memoria muchos cineastas capaces de hacerlo con maestría,
quizá el McCarey más inspirado o Hawks en algunas ocasiones lo han conseguido.
En Corazones indomables hay más de un momento que serviría de ejemplo para
ilustrar la combinación comedia-drama en una misma secuencia. Siento especial
predilección en este sentido por la muerte de Caldwell (John Carradine) porque además
está elidida de una forma asombrosa. Para comprender ese momento primero hay
que hacer mención a otros dos de la película.
La historia se
desarrolla en plena guerra de la Independencia americana. Al poco de comenzar
la película Gilbert Martin (Henry Fonda) y su esposa Lana (Claudette Colbert)
hacen un alto en su viaje al Oeste, donde quieren establecerse en la frontera
como granjeros, para comer algo. En la taberna donde lo hacen está también
Caldwell (John Caradine) que entabla conversación con la pareja. Por la
planificación y la indumentaria del personaje, sabemos que será el villano de
la función, lo interesante para analizar la secuencia de su muerte es que lleva
un parche en el ojo.
Algo más adelante la pareja llega a una cabaña en plena
tormenta, toda la escena está fotografiada con luces y sobras, iluminada por
los rayos, sonando truenos... visto aisladamente podría de tratarse de una
película de terror. Gilbert enciende un fuego en la chimenea, Lana se sienta al
lado a calentarse, de repente oye un ruido, se gira hacia la puerta, y ve la
presencia estática y amenazante de un indio, por la iluminación y planificación
parece un fantasma. El indio camina hacia ella , que chilla histérica. Gilbert
la calma a base de bofetadas y la explica que se trata de Blue Back (Chief Big Tree) un indio amigo
...¡y cristiano!. Blue Back sale de la cabaña, la pareja se calma. Al rato el
indio vuelve a entrar y le dice a Gilbert que tiene una buena mujer pero que
tiene que usar (y le da un palo) esto con ella. También una señora se lo daba a
John Wayne para que pegase a Maureen O´hara en El hombre tranquilo. (The
quiet man, John Ford, 1952.). De esta forma sabemos que Blue Back, aunque
acostumbrado a tratar con los "civilizados" hombres blancos mantiene
costumbres "salvajes".
Después de esta introducción, volvamos a la secuencia de la
muerte del malvado Caldwell.
Éste con la ayuda de indios mohawk ha atacado el fuerte de
los pioneros, siendo derrotados en el último momento gracias a que Gilbert
llega con refuerzos . Varios supervivientes son interrogados cruelmente para
que confiesen donde esta Cadwell pero se niegan a hablar. De repente uno de los
pioneros, señala con el índice al un púlpito, que está vacío, de repente emerge
una figura, !Pero no es Caldwell, como esperábamos!...es Blue Back. Es
desconcierto es total. Primer plano de Blue Back, que sonríe...y se pone el
parche que usaba Caldwell.
De esta forma Ford rompe un momento de tensión dramática con
un toque de humor, además sabemos que Caldwell ha muerto a manos de Blue Back, y
que posiblemente éste se ha ensañado con él... y ¡lo sabemos porque un indio se
pone un parche!.
A.H.
martes, 10 de septiembre de 2013
CON LA MUERTE EN LOS TALONES. Alfred Hitchcock. (1959)
EN EL TREN.
Salvador Dalí colaboró con Alfred Hitchcock en Recuerda (Spellbound. Alfred Hitchcock, 1945). En 1932 Dalí pinta su cuadro Huevos al plato sin plato. En 1959
Alfred Hitchcock rueda una secuencia de una pareja "besándose y acariciándose"
en una cama sin la cama. Lo que Dalí logra amparándose en recursos surrealistas
(un huevo frito atado de un hilo) Hitchcock lo logra mediante planificación y
puesta en escena.
Roger O. Thornhill (Cary Grant) se encuentra escondido en el
compartimento de tren de Eve Kendal (Eva
Marie Saint). Thornhill huye de la justicia acusado de un crimen que él no ha
cometido y ha sido ayudado por Eve, que acaba de conocerle y ya se lo ha
llevado a su vagón a sabiendas de que puede ser un criminal, algo inverosímil
hasta para alguien con el atractivo de Cary Grant. Más adelante se revelará el
porqué de éste comportamiento. Ambos se acuestan juntos. Hoy en día seria fácil
despachar esa escena de forma rutinaria, con más o menos acrobacias, con más o
menos carne o mediante elipsis. En 1959 aún está vigente el "Código
hays", así que veamos la solución tomada por el director inglés.
Grant toma por la cintura a Eva Marie, ella apoyada contra
la pared de vagón apoya delicadamente sus manos sobre el pecho de él. Cambio de
plano a contrapicado, hablan y se acarician. Durante toda la escena suena la música
de Bernard Herrmann, en esta ocasión un tema delicadísimo. Cambio de plano, la cámara
se coloca en una posición imposible (la pared se hace invisible). De nuevo ligeros
contrapicados combinados con frontales. Esta planificación es rota por otro
plano medio, ya no hay contrapicado, ella apoyada contra la pared, él junto a
ella. Comienzan a girar sobre si mismos besándose.
Ahora vemos a Grant contra la pared y a Eva Marie frente a
él, pero el efecto logrado por el movimiento de los actores y el cambio de
posición de la cámara es que Grant está tumbado y Eva Marie sobre él, es decir,
realmente están de pie contra la pared pero se comportan (y se mueven) como si
estuviesen en el lecho. Verticalidad con movimientos propios de la horizontalidad.
Nuevo giro, ella queda debajo, él sobre
ella, besándola.
Hitchcock consigue de esta manera, esquivar la censura al
mismo tiempo crear una secuencia bellísima dando una lección de sutileza y
elegancia; y lo hace dirigiendo los movimientos de los actores, aprovechando
(rompiendo) el espacio fílmico y utilizando los emplazamientos de cámara
precisos.
A.H.
domingo, 18 de agosto de 2013
LA QUIMERA DEL ORO. Charles Chaplin. (1929.)
The Stranger.
Creo que está fuera de toda duda la capacidad de Charles
Chaplin para crear imágenes de una gran
fuerza poética, a la par que graciosas y emocionantes. En La quimera del oro hay varios ejemplos de ello, como la (justamente) famosa secuencia
de la bota, o el memorable baile de los panecillos. Pero Chaplin además de un enorme
cómico, y un magnífico actor también era un gran director, que apostaba por la
sencillez (que no simpleza) en la planificación, y por una transparencia
extrema.
En La quimera del oro hay una secuencia( y dentro de esta un
plano) que no es tan famosa como las anteriormente citadas pero que a nivel
cinematográfico creo que está por encima de ellas.
Empieza con el vagabundo encarnado por Chaplin caminando hacia
un salón de baile, va abrigado, pues todo esta nevado y ataviado con una sola
bota porque la otra ha tenido que comérsela anteriormente para poder sobrevivir,
así que lleva el pie envuelto en trapos. La película mantiene generalmente un
tono de comedia, es una cuestión de tono, porque visto aisladamente el plano es
bastante desolador.
Entra en el local. Y aparece una cortinilla que dice "The
stranger" que a mi modo de ver sobra, pues lo que viene a continuación nos
muestra precisamente eso, la condición de extrañó del vagabundo, llevada al extremo, pues nadie parece
verlo, parece un fantasma.
Una vez dentro hay un plano general de Chaplin avanzando
lentamente, todo el mundo le ignora, intenta integrarse, se mezcla con la
multitud sin éxito, es un paria, un
excluido. Chaplin maneja el tono de una manera magistral, esto es posible en
gran medida a que el publico empaniza asombrosamente con el personaje del
vagabundo. Hay un cambio de plano aparece en el escenario un violinista que
comienza a tocar. Nuevo cambio de plano, la cámara situada más o menos en la
entrada del local. Toda la gente del local avanza hacia el fondo del local
donde está la pista de baile (hacia el fondo del plano)...todos menos el
vagabundo.
Ese movimiento de los actores y figurantes en el plano,
dejando en primer término la figura solitaria de Cahplin de espaldas produce
una sensación de aislamiento y de soledad de una fuerza tremenda, muy semejante
a la producida en el último plano de Centauros
del desierto. (The serachers; John Ford, 1956.). La
película es de 1929 y demuestra que la profundidad de campo se usaba muchos
años antes de Orson Welles y su Ciudadano
Kane (Citizen Kane; Orson Welles,
1941.) aunque éste la convirtiera en "estilo". Pero Chaplin no
contento con semejante muestra de talento, decide darle un toque poético, que
además de emocionante, sea estéticamente bello. Entonces el vagabundo de
espaldas se apoya sobre el bastón (arqueándolo), desplaza ligeramente los pies
y delicadamente mueve la mano al ritmo de la música. Poesía en imágenes.
A.H.
martes, 6 de agosto de 2013
UNA HISTORIA VERDADERA. David Lynch. (1999.)
El viaje de Alvin.
"Una historia
verdadera" pasa por ser la película más emocionante, lírica y delicada
de David Lynch. Posiblemente así sea, junto con "El hombre
elefante". Mucha culpa de esto lo
tiene la historia elegida, el trayecto de un anciano en una cortacésped para
visitar a su hermano gravemente enfermo ,(recordemos que es el único guión
ajeno que filma Lynch), y también el interprete escogido, un genial Richard
Farnsworth.
Además de temas e intérpretes esa sensibilidad de que hace
gala "Una historia
verdadera" está apoyada por la
puesta en escena de Lynch. He aquí la diferencia entre un gran cineasta y un
artesano o un mero ilustrador. Esto se puede comprobar en un movimiento de
cámara realmente prodigioso que desde el primer visionado me dejó perplejo,
porque aparte de ser un movimiento sumamente delicado y poético tiene una
función narrativa clara.
Situémonos. El anciano Alvin inicia el viaje a bordo de su
cortacésped. El objetivo narrativo es mostrar la lentitud del viaje en
segadora, esto se puede hacer de muchas maneras pero la escogida por Lynch es
de una sencillez y una belleza sublimes.
Suena la genial partitura compuesta por Angelo Badalamenti
para el film. Comienza el movimiento de cámara, siguiendo las líneas amarillas
de la carretera, iguales a las de "Carretera
perdida" (Lost highway,
David Lych, 1997), pero si en aquel magnífico film eran mostradas a cámara rápida
a ritmo del "I´m deranged"
de David Bowie aquí son mostradas a la velocidad que lleva la cortacésped y al
ritmo sosegado de los acordes de Badalamenti. La cámara comienza a elevarse
lentamente, mientras casi imperceptiblemente se desplaza un poco a la derecha dejándonos
ver a Alvin conduciendo la segadora. Continua el movimiento lento y ascendente
rectificando hacia la izquierda y mostrándonos una larga recta, sigue ascendiendo hasta encuadrar un cielo
azul con nubes grises muy pictórico.
Lo normal llegados a este punto seria cortar el plano, pues
ya nos ha quedado claro que Alvin, conduciendo su segadora va a tardar
muchísimo tiempo en recorrer la distancia que lo separa de su objetivo. Pues
bien, es en este punto donde se demuestra el talento de Lynch, donde otros
cortarían, él sigue. Mantiene el plano del cielo unos segundos (deja pasar el
tiempo), inicia el movimiento descendente y vemos que el bueno de Alvin en el
tiempo que dura el plano apenas ha avanzado unos metros a bordo de su segadora.
MAGISTRAL.
A.H.
jueves, 25 de julio de 2013
TAKE SHELTER. Jeff Nichols. (2011.)
OTRO PUNTO DE VISTA.
Resulta curioso encontrar un número (creo que bastante
numeroso) de aficionados y una parte de la crítica "especializada" refiriéndose
a "Take Shelter" como una película apocalíptica, cuando en realidad
el tema del apocalipsis (la gran tormenta) es secundario, es el mcguffin y lo realmente importante es el proceso que
sume progresivamente a Curtis (Michael Shannon) en la locura.
(Antes de nada, recomiendo seguir leyendo si se ha visto la
película, pues seguidamente analizaré la secuencia final, dicho lo cual,
tampoco me detendré en poner en antecedentes al lector).
En la última secuencia Curtis tiene de nuevo otra visión en
la lejanía de una terrible tormenta que se acerca. Si esta secuencia estuviese
planificada desde el punto de vista de Curtis, como el resto del metraje,
seguiríamos sin dilucidar si los sueños y alucinaciones de Curtis son un
vaticinio o simplemente un proceso (como en la escena anterior diagnosticaba un
médico) hacia la demencia.
Pero Nichols, en esa última escena cambia el punto de vista.
Curtis está jugando con su hija en la playa y esta se da
cuenta de que se acerca la tormenta, Curtis la ve, se gira y también ve la
tormenta. Hasta aquí podríamos pensar que puede ser otro sueño de Curtis.
Continuamos. Samantha (Jessica Chastain),
la mujer de Curtis sale al porche de la casa y también ve la gran
tormenta acercarse, ve como llueve aceite, como antes lo vio Curtis, se miran.
Con esta planificación podría seguir quedando la duda de si los sucesos nos
siguen siendo dados a través de los ojos de Curtis. Es entonces donde Nichols
introduce el plano de la película, que no es otro que un plano de la tormenta
de fondo, con Samantha de espaldas en primer término, exactamente, y esto es lo
más importante, el mismo plano con el que empieza la película, sustiyendo a
Curtis por Samantha. En ese momento hay un cambio de punto de vista, fundamental para entender el final de la historia.
En el siguiente plano
aparecen juntos los tres en el porche. Samantha con cara de asombro dice
"OK". Lo importante es que no hay plano de transición de Curtis y su
hija acercándose al Porche, está montado bruscamente, plano de Samantha mirando
la tormenta y en el siguiente plano, misteriosamente aparecen los tres juntos,
dando así la sensación de que al experimentar Samantha lo mismo que Curtis ha
servido para unirles todavía más, quedando de este modo el final abierto a dos
posibles interpretaciones:
A) Que la tormenta sea real y Curtis en vez de enfermo sea
un profeta, un visionario.
B) Que Samantha haya aceptado la enfermedad de su marido,
empatice con él , y afronten juntos su enfermedad.
A.H.
jueves, 11 de julio de 2013
LA REGLA DEL JUEGO. Jean Renoir. (1939.)
LA DANZA DEL ESQUELETO.
En La regla del juego(La
règle du jeu, 1939, Jean Renoir) Renoir pone de manifiesto el total
desinterés por cuestiones trascendentes de la sociedad Francesa en los años
inmediatamente anteriores al comienzo de la segunda guerra mundial. Para lograr
esto se sirve de un grupo de personajes que pasan unos días en una mansión,
preocupados únicamente de sus banales devaneos amorosos. Intrigas e
infidelidades, conflictos entre diferentes clases sociales (aunque ninguna de
ellas se libra de la crítica) se dan cita con un tono en apariencia ligero,
narrado todo ello en planos secuencia largos, amplia profundidad de campo, con
una cámara llena de movilidad y personajes que entran y salen de escena continuamente.
Hacia la mitad del metraje hay una magnífica secuencia en la
que queda reflejada de forma ejemplar una de las ideas que quiere transmitir el
director francés, la indiferencia hacia el conflicto bélico que se avecina.
Dicha secuencia empieza con las teclas de un piano moviéndose
solas haciendo sonar una animada melodía, la cámara en un lento travelling recorre las teclas del piano y a los invitados
cercanos a éste, unos mirando absortos las teclas del piano y otros mirando
hacia el telón del escenario, totalmente estáticos. De esta forma se produce un
efecto de extrañamiento, como de tiempo detenido, el estatismo choca aún más
debido a que anteriormente todos los personajes no han dejado de moverse a lo
largo del metraje, parecen hipnotizados.
Continúa el
movimiento de cámara, encuadre del escenario y cae el telón apareciendo en
escena tres figuras ataviadas con sabanas a modo de fantasmas y con paraguas,
delante de ellos al borde del escenario tres candiles que sirven de iluminación.
Los tres inician una extraña danza, aparece entonces otro hombre disfrazado de
esqueleto con un bastón que también comienza a bailar. Se corta el plano,
encuadre de dos invitados mirando también como hipnotizados. Nuevo encuadre de
los fantasmas y el esqueleto que bajan del escenario y comienzan a moverse
entre los espectadores con los candiles en la mano. Los invitados se carcajean.
Es una gran idea de
puesta en escena que la única fuente de
iluminación de la escena sean los candiles, pues esto permite a Renoir y a Jean
Bachelet (director de fotografía) crear una iluminación muy focalizada y con
mucho movimiento, dirigiendo así nuestra mirada a lo que quieren que veamos.
El esqueleto vuelve al escenario, continua la danza, se
lleva la mano a la frente, en un gesto que simula observar al público presente.
Acto seguido comienza un nuevo travelling de ida y vuelta mostrando a más
invitados, una pareja de amantes besándose, su pareja buscándola, la anfitriona
tonteando con otro invitado, el amante de ella que lo ve... Lo importante es
que a nadie le interesa la función, (recordemos que la función es la danza de
un esqueleto, la muerte) pero todo el mundo se esfuerza en aparentar que le
interesa, todos siguen la regla del juego.
Esta secuencia es un claro ejemplo de cómo contar cosas de
manera implícita, de forma elegante, sin caer en lo discursivo, de confiar en
el espectador y de paso hacerlo de una manera elegante y virtuosa...maestría.
A.H.
viernes, 3 de mayo de 2013
AGENTE 007 CONTRA EL Dr. NO. Terence Young. (1962.)
EL BIKINI BLANCO.
La famosa secuencia de Agente 007 contra el Dr. No (Dr. No, 1962, Terence Young), todo un icono de los años 60, en la
cual Ursula Andress aparece del mar ataviada con un bikini blanco, es un
magnífico ejemplo de cómo los arboles no dejan ver el bosque, de como la sola
presencia de Andress es suficiente para que no prestemos atención a lo que
realmente sucede, que no es otra cosa que una sucesión de absurdos tan
atractivos como delirantes, pero que funcionan en el conjunto de la película.
Pongamos al lector en situación. James Bond (Sean Connery) y
Quarrel (John Kitzmirrel) recalan a bordo de un bote aprovechando la noche en
la isla de Cab Crey, la cual está altamente vigilada, ya que en ella tiene
situado su centro de operaciones el malvado Dr. No. Bond propone descansar
antes de que amanezca. El sueño como tantas veces en cine es un fundido en
negro.
Amanece con un plano de la paradisiaca playa del Caribe
Jamaicano, Bond despierta tumbado en la arena bajo unas palmeras, vestido
completamente de azul, impecable como siempre. No le ha despertado el ruido del
mar, ha sido una voz femenina, así que no duda en coger su "walther
ppk" y ver de donde proviene. Mira hacia la orilla de la playa y ve salir
del mar cantando a Usula Andress, ésta se quita las gafas de buceo, sigue
cantando y se suelta el pelo (no olvidemos que es una isla peligrosa y
vigilada) y examina las caracolas que ha recogido del mar. Por supuesto ante la
visión de la espectacular suiza no nos preguntamos donde demonios está Quarrel.
Bond la sigue mirando desde la distancia, sonríe con ironía y canta la canción
él también, Ursula se sorprende y asustada pregunta quién es. Nuestro héroe da
un saltito y se aproxima a ella con apostura. Plano medio con ella de espaldas y Bond
acercándose, ella tímidamente camina hacia atrás alejándose, Bond le dice que
no se asuste, ella le pregunta que si está...¡buscando conchas!, el británico
dice que sólo miraba y añade que...¡no la robará sus conchas! así que ella se
enfada y saca un cuchillo, él dice que sus intenciones son honorables, ella enfunda
el cuchillo con donaire y recoge sus conchas. Pasean por la orilla (insisto, la
isla se supone que es peligrosa) y se presentan. Ella se llama (ojito) Honey
Ryder, él , ya lo sabemos. Bond dice que
si ha venido en vela, ella resignada dice que no tiene otro remedio, él
firmemente dice que les han descubierto porque el Dr No y sus secuaces tienen
radar, brillante deducción, digna del mejor agente secreto británico.
Ella dice que no lo cree porque su bote es muy
pequeño, que ya lo intentaron y no lo consiguieron en otras ocasiones y que suele
venir a coger conchas. Llegados a este punto deberíamos preguntarnos para que
tanto riesgo por unas simples conchas y también donde se ha metido el bueno de
Quarrel. Bond insiste en que les han descubierto y que deje las conchas. Honey
se carga de razones, se ofende y dice que ni de loca, que las vende...!a cinco
dólares en Miami!. Bond mira al suelo, no dice nada, la mira, perfectamente podría
pensar A)que está como una autentica
regadera o B) que lo entiende, con lo cual el no estaría mejor que ella.
Por si no fuera suficiente el absurdo, Honey le pide que no desvele el secreto. Bond con toda naturalidad se lo promete. En esto aparece el bueno de Quarrel corriendo y gritando, alertando de un peligro, viene una lacha rápida. El plano bien podría ser considerado un anticipo del Godard de Pierrot el loco (Pierrot le feu, 1965) en el uso del color, Quarrel va de rojo, Honey de blanco y Bond de azul. Ante el inminente peligro inician la huida corriendo, Bond muy caballeroso carga con la bolsa de conchas.
Por si no fuera suficiente el absurdo, Honey le pide que no desvele el secreto. Bond con toda naturalidad se lo promete. En esto aparece el bueno de Quarrel corriendo y gritando, alertando de un peligro, viene una lacha rápida. El plano bien podría ser considerado un anticipo del Godard de Pierrot el loco (Pierrot le feu, 1965) en el uso del color, Quarrel va de rojo, Honey de blanco y Bond de azul. Ante el inminente peligro inician la huida corriendo, Bond muy caballeroso carga con la bolsa de conchas.
Nota: Ni que decir tiene que de las conchas nunca más se
supo.
A.H.
miércoles, 17 de abril de 2013
UN MÉTODO PELIGROSO. David Cronenberg. (2011.)
A priori no parecía nada raro que con el paso de los años el
canadiense David Cronenberg abordase el tema del psicoanálisis en una de sus
películas. Es cierto que en el grueso de su filmografía sus obsesiones se
centran más en las mutaciones del cuerpo, pero también es cierto que los
trastornos mentales también tienen un papel importante en ella, como por
ejemplo en "El almuerzo desnudo. (Naked Lunch, 1991)" y sobre todo en
"Spider. (Spider, 2002.)", una de sus mejores películas. A pesar de
que el tema escogido, en un principio, parecía mucho más afín a Cronenberg que
por ejemplo el de sus dos anteriores películas, "Una historia de
violencia. (A history of violence, 2005)" y "Promesas del este (Eastern
promises, 2007)", lo cierto es que casi unánimemente fue recibida como una
de las películas menos "Cornenberg", dejando de manifiesto (una vez
mas) que la autoría no es una cuestión de temas, sino de estilo. Y es que "Un
método peligroso" se aleja de atmósferas desasosegantes y mutaciones corporales
para adoptar un estilo que en algunas ocasiones es incluso preciosista, siendo
minuciosa la ambientación de la época en la que se desarrollan los
acontecimientos (principios del siglo XX) y dando muchísimo valor a la palabra,
al texto, como nunca antes lo había hecho Cronenberg, una senda en la que
seguirá ahondando en su siguiente película "Cosmopolis (Idem, 2012)".
"Un método peligroso" se basa en la obra teatral
de Christopher Hampton "The talking
cure", basada a su vez en "A most dangerous method", novela de
John Kerr. Hamptom también es el
guionista. La película relata el origen del psicoanálisis y la relación de amistad y posterior
distanciamiento entre Freud (Viggo Mortensen) y Jung (Michael Fassbender) así
como su relación con Sabina Spielrein, (encarnada por una esforzadísima Keira
Knighley), y lo hace adoptando un tono frio, distante, lo cual podría
entenderse como lógico tratando el tema del psicoanálisis, remarcando así la
neutralidad del psicoanalista con sus pacientes. Pero además de lo interesante
que pueda ser la historia y las relaciones entre los personajes, lo que la
eleva a otras cotas es la puesta en escena, todas y cada una de las secuencias
están meticulosamente estudiadas y enriquecen lo que nos cuenta por la manera
que elige Cronenberg de planificarlas.
Un claro ejemplo de lo expuesto anteriormente se encuentra
en los personajes de Freud y Jung
presentados como opuestos. Freud fuma puros, Jung fuma en pipa, Freud
usa lazo, Jung corbata, Freud no usa gafas, Jung sí, Freud tiene barba, Jung
bigote...Todo esto apoya visualmente el paulatino distanciamiento entre los dos
personajes por divergencias en cuanto a métodos analíticos. Otro magnífico
detalle es que esas diferencias se ven agrandadas por la diferencia de clases,
Freud vive modestamente en un piso y Jung en una mansión como un rico (debido a
un afortunado matrimonio), también, en otro magnífico momento, embarcados en el
transatlántico hacia Nueva York Jung viajara en primera clase y Freud en
turista, desatando la envidia éste.
Otro recurso utilizado con maestría es la profundidad de
campo. Jugando con el espacio fílmico, las distancias entre los personajes y filmando
a los actores en algunas ocasiones enfocados a la vez, pero a diferentes
distancias (supongo que mediante transparencias) obteniendo un efecto
extraño, pues un lateral de la imagen
queda desenfocado y sin embargo el otro personaje más al fondo queda
perfectamente enfocado, consiguiendo así que sigamos perfectamente los gestos
de los dos sin necesidad de cortar el plano, subrayando la distancia física y
además dando una sensación de dominio de la escena al personaje encuadrado más
cerca del espectador.
Otro eje fundamental del relato es la relación de Jung con
Sabina Spielrein, que comienza siendo una relación medico-paciente para acabar
siendo una atormentada relación de dominio y sumisión. Jung en un principio es
reacio a mantener relaciones con sus pacientes, pero es Otto Gross (Vincent
Cassel) psicoanalista y también paciente de Jung quien hace aflorar en Jung sus
deseos reprimidos. Gross es un personaje atractivo y clave en el desarrollo de
la historia, pero está introducido en la trama de un modo tosco y parece que su
función es sólo la de actuar como catalizador de los deseos más reprimidos de
Jung, es un buen personaje pero mal encajado en el conjunto de la película.
Los encuentros sexuales entre Sabina y Jung están resueltos
con elegancia y resultan menos turbadores de lo que nos tiene acostumbrados un director
como Cronenberg, Resulta magnífica la escena en la que Jung azota Sabine colocándose
detrás de ella, en la misma posición que ocupaba cuando la trataba como
paciente. Relación intensa pero que Jung decide ponerle fin cuando ve peligrar
su posición social y su matrimonio, reprimiéndose y convirtiéndose así en un
reflejo de sus pacientes.
Elegante resulta también la escena final con Jung y Sabine
sentados en un banco pero en posiciones opuestas, Cronenberg de nuevo se apoya en la puesta en escena para sugerir la
imposibilidad de la relación entre ambos.
Jung relata un sueño que vaticina la inminente llegada de la Primera
guerra mundial, quedando sólo en el plano mirando a la nada, poniendo así punto
final a una película que sin ser una de las películas más personales del
cineasta canadiense es un magnífico ejemplo de su saber fílmico, y en la que la
palabra es constantemente enriquecida con las imágenes.
A.H.
viernes, 29 de marzo de 2013
EL ÚLTIMO TANGO EN PARÍS. Bernardo Bertolucci. (1972.)
Resulta comprensible el escándalo causado por "El
último tango en París" en el momento de su estreno, el año 1972. La
película fue censurada, Bertolucci condenado a meses de prisión, que no cumplió
y corrieron ríos de tinta clamando ante la inmoralidad y la incitación a la
lujuria de la película. También tuvo fervientes seguidores . El resumen es que
la película fue un éxito y hoy en día es un referente indiscutible, pero
también es cierto que vista hoy es un claro ejemplo de que en su día los
arboles no dejaban ver el bosque, y que más allá de los desnudos, y escenas de
sexo estaba un discurso muy crítico con la sociedad de una época que empezaba a
desengañarse de las utopías del Mayo del
68.
La película comienza con cuadros de Francis Bacon que simbolizan
perfectamente el estado en que se
encuentra Paul (Marlon Brando), acto
seguido aparece mirando a las alturas con el rostro crispado, las manos sobre
la sienes, como en el famoso cuadro de Munch "El grito", exclamando:
"Jodido Dios". Ese grito, simboliza
el tema central de la película, el grito a la nada, el vacio de Dios, el
sinsentido de la vida de un hombre que vaga sin rumbo por las decadentes y
frías calles de París (Es interesante comparar el París retratado por
Bertolucci con el París idealizado
mostrado por Woody Allen en la nostálgica "Midnight in Paris") y que
encontrará en la joven Jeanne (María Schneider) pequeños momentos de evasión a
su tormento, dentro de un viejo apartamento alquilado. Los encuentros tienen sus
reglas, nada de nombres, nada de hablar de sus vidas...algo imposible de
mantener.
Bertolucci une a dos
personajes contrarios. Pertenecen a distintas generaciones, distinta clase
social, ella comprometida, el no. Una relación condenada de antemano, sólo
sostenible dentro del apartamento, al margen de la sociedad. Un apartamento
vacio que funciona como metáfora del estado emocional de los dos,
magníficamente fotografiado por Vittorio Storaro, en colores ámbar, utilizando
magistralmente las zonas de oscuridad y los cristales translucidos. Un apartamento
donde se producen los encuentros sexuales, desesperados, degradantes, de
dominio por parte de Paul hacia una sumisa Jeanne. Estas escenas son las que
más alboroto provocaron en su momento, vista hoy la famosa escena de la
mantequilla, más que por el acto de sodomía entre lagrimas, por lo que llama más la atención es por las
palabras de Brando mientras la realiza:" ... maldita familia, dónde los
niños son torturados hasta que confiesan su primera mentira, maldita familia, me cago en todos vosotros, me dais asco", una crítica feroz a la
institución principal de la sociedad. El contenido obsceno va aumentado a
medida que se suceden los encuentros llegando a su clímax de degradación en el dialogo
del cerdo... escatología, sumisión, zoofilia, sodomía...escena que viene
precedida por la entrada con el vestido de novia de Jeanne, prometida con el pedante
director de cine Tom (Jean-Pierre Leaud). Dicen las malas lenguas que inspirado
en Goddard, un personaje del todo ridículo y que es lo peor de la función en su
afán de realizar una película biográfica a Jeanne. Todas las escenas de la
filmación de esa película no están a la misma altura que el resto, si bien, sirven como escusa para aportar datos de la infancia de Jeanne y sugerir su
complejo de Edipo.
Hay un personaje en la película bellísimo que forma parte de
los personajes ausentes más memorables de la historia del cine, a la altura
de Rebeca de Winter en
"Rebeca" (Rebecca, Alfred Hitchcock, 1940) o Katie Elder en "Los
cuatro hijos de Katie Elder" (The sons of Katie Elder, Henry Hathaway,
1965), se trata de Rosa la esposa suicida de Paul, a la que conocemos por la
huella que dejó en otros personajes, y a la que éste le dedica un monólogo
desgarrador a los pies de su lecho.
Nótese que aparece ataviada como Ofelia, personaje Shakespiriano, cuyo suicidio también
atormentaba al príncipe de Dinamarca Hamlet.
Retrato profundamente existencialista, avocado a la
tragedia, en el que Paul encontrará su fin cuando claudique a la moral social
imperante y ceda a sus sentimientos, después de bailar el último tango, después
de escuchar el nombre de Jeanne, brindándonos un primer plano antológico, lleno de emoción, muriendo
en posición fetal, absolutamente desvalido mientras suena el saxo de Gato Barbieri.
A.H.
A.H.
jueves, 14 de marzo de 2013
GRITOS Y SUSURROS. Ingmar Bergman. (1972.)
La génesis de "Gritos y susurros" es una imagen
recurrente que obsesionó a Bergman
durante largo tiempo, tres mujeres vestidas de blanco en una habitación roja. A
partir de esta imagen construirá una película de cámara intentando superar el
fracaso artístico (opinión suya) que
supuso su película americana "La
carcoma". El título elegido, bello y apropiadísimo, lo saco de un crítico
musical que escribió sobre un quinteto de Mozat diciendo que era..."como
escuchar gritos y susurros".
El punto de partida es la proximidad de la muerte de una de
las tres hermanas protagonistas, Agnes
(Harriet Andersson) lo que propicia su reunión en la vieja casa familiar con
sus otras dos hermanas, Karin (Ingrid Thulin) y María (Liv Ullmann). También
coincide con las tres hermanas Anna (Kari Sylwan) sirvienta familiar. Bergman
dota a cada mujer de una personalidad diferente representando cada una de ellas
un tipo de mujer. Agnes resignada y sufridora ante la inminencia de su muerte.
Karin fría, distante, frígida. Agnes, apocada, sufrida, llena de fe , bondadosa
y María, sensual, carnal. Contrapone la conducta sexual de María, juguetona y
seductora que engaña a su marido con el médico familiar con la de Karin incapaz
de mantener contacto físico con su propio marido.
La película desarrollada prácticamente en su totalidad en
interiores, es un estudio fascinante de la personalidad femenina, compendio de
las personalidades de las tres hermanas así como de la criada, sobre las que
recae la mayoría del peso dramático de la cinta. También es un análisis de la
enfermedad y la muerte, temas abordados por Bergman en otras ocasiones, y
tratados de forma crudísima. La película adopta una narrativa en flashbacks adoptando
diversos puntos de vista que
corresponden con sus protagonistas femeninas y que aportan datos que van
configurando las diferentes personalidades de hermanas y sirvienta.
Contraponiendo el comportamiento distante, casi de obligación familiar de Karín
y María con la moribunda Agnes con el verdadero amor que sienten Anna y Agnes
(apunte lésbico incluido) y que tiene su punto culmínate con el plano de Agnes
en la cama apoyada en Anna que evoca "La piedad" de Miguel Angel.
También "Gritos
y susurros" es color. Color rojo.
Bergman y su director de fotografía Sven Nykvist estudiaron hasta el último
detalle todos los objetos y vestuario que aparecen en la película, jugando
constantemente con el contraste entre el color rojo de la casa familiar y el
blanco de los vestidos, en otras ocasiones con el negro, utilizando los colores
de manera metafórica y emocional. Para Bergman el color rojo es el interior del
alma. Hasta los habituales fundidos en negro pasan a ser fundidos en rojo.
Abundan en la película primeros planos, como en muchas otras
obras de Bergman, sin duda uno de los grandes maestros del primer plano,
sacando todo el partido posible a las dotes dramáticas de las cuatro actrices,
escrutando sus rostros, su gestos casi, podríamos decir que miramos su alma.
Ésta manera de filmar implica un grupo de actrices de la talla de las citadas,
prodigiosas y entregadas y que en algunos momentos de Thulin y Ullmann recuerdan
a los de "Persona" entre Bibi Andersson y la propia Ullman.
La utilización de la música es puntual utilizando a Chopin
en dos momentos evocadores y a Bach en dos ocasiones de un modo más dramático
destacando el momento de aparente reconciliación entre Karin y María donde la
pieza no deja oír la conversación entre las dos acentuando así la
incomunicación existente entre ambas. Junto con la música destaca la
utilización del sonido, concretamente el tic tac de los relojes que suena a lo
largo de toda la película y que da una sensación ambivalente, tanto de
inexorable paso del tiempo, como de tiempo suspendido dentro de la casa
familiar.
Es importante destacar también el tratamiento fantástico
pero tratado de modo naturalista que en esta ocasión Bergman da a la muerte de
Agnes. Ésta muere agonizando, en una escena durísima, evocando en posición a la
muerte de Cristo, pues bien, en una secuencia posterior Agnes misteriosamente
revive pidiendo ayuda, siendo rechazada por sus dos hermanas y recibiendo la
ayuda de la bondadosa Anna, culminando con el plano antes citado evocando
"La piedad". Estos actos así como los cuidados y afecto sentido por Anna
no serán tenidos en cuenta por las dos hermanas quedando avocada a la soledad
mientras lee en el diario de Agnes un momento feliz de su triste existencia.
A.H.
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