miércoles, 17 de abril de 2013

UN MÉTODO PELIGROSO. David Cronenberg. (2011.)




A priori no parecía nada raro que con el paso de los años el canadiense David Cronenberg abordase el tema del psicoanálisis en una de sus películas. Es cierto que en el grueso de su filmografía sus obsesiones se centran más en las mutaciones del cuerpo, pero también es cierto que los trastornos mentales también tienen un papel importante en ella, como por ejemplo en "El almuerzo desnudo. (Naked Lunch, 1991)" y sobre todo en "Spider. (Spider, 2002.)", una de sus mejores películas. A pesar de que el tema escogido, en un principio, parecía mucho más afín a Cronenberg que por ejemplo el de sus dos anteriores películas, "Una historia de violencia. (A history of violence, 2005)" y "Promesas del este (Eastern promises, 2007)", lo cierto es que casi unánimemente fue recibida como una de las películas menos "Cornenberg", dejando de manifiesto (una vez mas) que la autoría no es una cuestión de temas, sino de estilo. Y es que "Un método peligroso" se aleja de atmósferas desasosegantes y mutaciones corporales para adoptar un estilo que en algunas ocasiones es incluso preciosista, siendo minuciosa la ambientación de la época en la que se desarrollan los acontecimientos (principios del siglo XX) y dando muchísimo valor a la palabra, al texto, como nunca antes lo había hecho Cronenberg, una senda en la que seguirá ahondando en su siguiente película "Cosmopolis (Idem, 2012)".



"Un método peligroso" se basa en la obra teatral de Christopher Hampton  "The talking cure", basada a su vez en "A most dangerous method", novela de John Kerr.  Hamptom también es el guionista. La película relata el origen del psicoanálisis y  la relación de amistad y posterior distanciamiento entre Freud (Viggo Mortensen) y Jung (Michael Fassbender) así como su relación con Sabina Spielrein, (encarnada por una esforzadísima Keira Knighley), y lo hace adoptando un tono frio, distante, lo cual podría entenderse como lógico tratando el tema del psicoanálisis, remarcando así la neutralidad del psicoanalista con sus pacientes. Pero además de lo interesante que pueda ser la historia y las relaciones entre los personajes, lo que la eleva a otras cotas es la puesta en escena, todas y cada una de las secuencias están meticulosamente estudiadas y enriquecen lo que nos cuenta por la manera que elige Cronenberg de planificarlas.
Un claro ejemplo de lo expuesto anteriormente se encuentra en los personajes de Freud y Jung  presentados como opuestos. Freud fuma puros, Jung fuma en pipa, Freud usa lazo, Jung corbata, Freud no usa gafas, Jung sí, Freud tiene barba, Jung bigote...Todo esto apoya visualmente el paulatino distanciamiento entre los dos personajes por divergencias en cuanto a métodos analíticos. Otro magnífico detalle es que esas diferencias se ven agrandadas por la diferencia de clases, Freud vive modestamente en un piso y Jung en una mansión como un rico (debido a un afortunado matrimonio), también, en otro magnífico momento, embarcados en el transatlántico hacia Nueva York Jung viajara en primera clase y Freud en turista, desatando la envidia éste.
Otro recurso utilizado con maestría es la profundidad de campo. Jugando con el espacio fílmico, las distancias entre los personajes y filmando a los actores en algunas ocasiones enfocados a la vez, pero a diferentes distancias (supongo que mediante transparencias) obteniendo un efecto extraño,  pues un lateral de la imagen queda desenfocado y sin embargo el otro personaje más al fondo queda perfectamente enfocado, consiguiendo así que sigamos perfectamente los gestos de los dos sin necesidad de cortar el plano, subrayando la distancia física y además dando una sensación de dominio de la escena al personaje encuadrado más cerca del espectador.


Otro eje fundamental del relato es la relación de Jung con Sabina Spielrein, que comienza siendo una relación medico-paciente para acabar siendo una atormentada relación de dominio y sumisión. Jung en un principio es reacio a mantener relaciones con sus pacientes, pero es Otto Gross (Vincent Cassel) psicoanalista y también paciente de Jung quien hace aflorar en Jung sus deseos reprimidos. Gross es un personaje atractivo y clave en el desarrollo de la historia, pero está introducido en la trama de un modo tosco y parece que su función es sólo la de actuar como catalizador de los deseos más reprimidos de Jung, es un buen personaje pero mal encajado en el conjunto de la película.
Los encuentros sexuales entre Sabina y Jung están resueltos con elegancia y resultan menos turbadores de lo que nos tiene acostumbrados un director como Cronenberg, Resulta magnífica la escena en la que Jung azota Sabine colocándose detrás de ella, en la misma posición que ocupaba cuando la trataba como paciente. Relación intensa pero que Jung decide ponerle fin cuando ve peligrar su posición social y su matrimonio, reprimiéndose y convirtiéndose así en un reflejo de sus pacientes.
Elegante resulta también la escena final con Jung y Sabine sentados en un banco pero en posiciones opuestas, Cronenberg de nuevo se apoya  en la puesta en escena para sugerir la imposibilidad de la relación entre ambos.  Jung relata un sueño que vaticina la inminente llegada de la Primera guerra mundial, quedando sólo en el plano mirando a la nada, poniendo así punto final a una película que sin ser una de las películas más personales del cineasta canadiense es un magnífico ejemplo de su saber fílmico, y en la que la palabra es constantemente enriquecida con las imágenes. 

A.H.