lunes, 22 de diciembre de 2014

FITZCARRALDO. Werner Herzog. 1982.

LA CONQUISTA DE LO INÚTIL.


En un determinado momento, avanzado el metraje, un plano picado nos muestra la mano de Fitzcarraldo (Klaus Kinski) garabateando en una hoja de papel el itinerario que pretende seguir con su barco para conseguir un cargamento de caucho, que le proporcionará los dividendos suficientes para montar una ópera en medio de la selva amazónica en la que participe el tenor italiano Enrico Caruso. Si ya la sola idea de contratar a una estrella de ese calibre, además de la creación de un escenario acorde a las exigencias en Iquitos, Perú, parece descabellada, súmese el hecho de que la ruta que quiere seguir Fitzcarraldo es la que une las dos laderas de una montaña, lo que implica arrastrar la embarcación de una orilla hasta la cima de la montaña, para luego descender por la otra ladera hasta la otra orilla del río; para ello contará con la ayuda de una tribu de Indígenas que idolatran a la nave y a él como a Dioses.


Herzog para mostrar el sueño de Fizcarraldo, filma los trazos que esquematizan la ruta a seguir en negro sobre blanco, sirviendo de subrayado a la voz de Kinski, narrándolo detalladamente de un modo didáctico, pues la alucinada empresa es el  tema central de la película.
Nos encontramos en el terreno de la aventura, pero Herzog se aleja voluntariamente del esquema de aventura más clásico, para él se trata de una lucha del hombre contra la naturaleza, una naturaleza hostil. Consecuentemente con este planteamiento decide que el barco utilizado ha de ser un barco real (en realidad parece que se usaron tres), subido por una montaña real, descendiendo por un río real, es decir, en los planos de la película pretenderá una captura de la realidad,( no en vano, Herrzog sostiene que los mejores documentales de sus films son ellos mismos). Sabidos son los problemas que le acarreó este planteamiento. La mitad del material, rodado con Jason Robards como protagonista fue desechado al enfermar de disentería, continuos enfrentamientos del irascible e incontrolable Kinski con el equipo, hasta tales extremos que Herzog amenazó con dispararle y un indígena se ofreció para asesinarlo si el director alemán así lo creía necesario, repetidas inundaciones, falta de presupuesto...el sueño de Herzog es intercambiable con el de Fitzcarraldo, la obstinación también. Su idea es creer en los sueños y hacerlos realidad pase lo que pase, lo define como "La conquista de lo inútil" (título del diario de rodaje que escribió Herzog , publicado hace unos años).


El resultado es un film tremendamente orgánico, ajeno a modas, con una gran carga telúrica, la filmación es la aventura misma. Igual que un torero arriesga "arrimándose", rozando la piel del astado, Herzog coloca la cámara en el sitio más peligroso, dotando a los encuadres de una fuerza inusitada .La tala de los colosales arboles amazónicos para abrirse paso a través de la montaña, el pringoso barro, el sonido que producen las cuerdas al tensarse cuando el barco asciende por la montaña, los rápidos del río, todo mostrado de la manera más autentica posible y que confiere a la película toda su energía.



Por todo lo expuesto hasta ahora hay unos planos que son un verdadero misterio dentro de la película; una vez superado el reto, conquistada la montaña, mientras la tripulación descansaba en el barco por la noche, los supersticiosos indígenas sueltan las amarras precipitando la embarcación si control por los rápidos del río. Es en este descenso donde acontece algo que invita a la perplejidad. Entre los planos de la embarcación "real" golpeándose contra las orillas rocosas del río, Herzog inserta planos de una maqueta del barco, a cámara lenta, descendiendo por un falso río. Qué quiere mostrar con esta decisión es algo difícil de entender. ¿Por qué insertar un falso barco después del empeño de que todo sea lo más real posible? Planos, además, totalmente prescindibles. Quizá pretende mostrar lo que hubiera sido la película usando técnicas más económicas y convencionales; quizá es una forma de engrandecer lo conseguido por contraste, o quizá sea una maqueta en la que juegan los Dioses con el destino de los hombres como lo hacía en el Olimpo Zeus con el destino de Jasón en Jasón y los Argonautas (Jason an de argonauts ; Don Chaffey, 1963)...Quién sabe.

A. de la Hoz.