sábado, 26 de abril de 2014

SCARFACE, EL TERROR DEL HAMPA. Howard Hawks. 1932.

THOMPSON Y CALENDARIO.



Qué fácil es solucionar los problemas narrativos en el cine utilizando la palabra, ya sea en boca de los personajes, de un narrador en off, o mediante cortinillas explicativas, en el caso del cine silente. El cine es, entre otras cosas un lenguaje, hay que escribir con imágenes, no con palabras, hay que puntuar con el montaje, describir con la puesta en escena, confiar que el espectador atento desentrañe el significado de las imágenes, establezca relaciones entre ellas.
En "Scarface" hay un uso de la elipsis magistral. Magistral porque no sólo es utilizada para decirnos que hay un salto temporal, sino que nos aporta más información, nos dice que ese tiempo elidido es un tiempo violento, constantemente salpicado de crímenes, extorsión y violencia. Es decir, Hawks maneja dos elementos, tiempo y violencia. En la pantalla el paso del tiempo estará representado mediante las hojas que caen de un calendario, y la violencia estará representada por una ametralladora "Thompson" disparando una ráfaga de balas.


El recurso del que se vale para enlazar los dos elementos es la sobreimpresión, un recuso casi olvidado por  los directores contemporáneos, y al que tanto partido sacaron  Fritz Lang o Murnau, entre muchos otros. Mediante esta técnica parece que la ametralladora dispare al calendario y de este modo da la sensación de hacer caer las hojas de este, deshoja los días con ráfagas de ametralladora, y digo "da la sensación", pues de no utilizar la sobreimpresión, de  haber rodado un plano de la ametralladora disparando al calendario el efecto no habría sido el mismo. Es el espectador el que une la idea de tiempo y violencia en una asociación mental  que sustituye toda explicación de lo acaecido en ese lapso de tiempo indeterminado. La imaginación del espectador reduce considerablemente el número de fotogramas.
La violencia viene dada por la imagen de la "Thompson", pero además Hawks utiliza otro elemento para enfatizar la violencia, el sonido. Al oír el ensordecedor sonido de la ráfaga de disparos el efecto adquiere una mayor complejidad, adquiriendo un tono seco, cortante, en otra demostración de cómo los directores que iniciaron su carrera artística en el cine silente utilizaron posteriormente de manera maestra el sonido, no sólo para valerse de la palabra y así eliminar las cortinillas con diálogos (aunque Murnau ya había prescindido de ellas) sino utilizándolo para enriquecer la narración.



El plano dura unos nueve segundos y está colocado después de un asesinato cometido por Tony Camonte (Paul Muni). Después del citado plano, Tony Camonte ya se ve capacitado en su ascensión para  seducir de manera abierta a la chica de su jefe, ha ascendido, tiene ambición, más poder y dinero, lo que le hará irresistible a los ojos de la chica.  Entre medio un plano de nueve segundos de una ametralladora y un calendario.

A. de la Hoz.