jueves, 26 de marzo de 2015

LA CONVERSACIÓN. Francis Ford Coppola. 1974.

HARRY CAUL.


Citar Blow-up (Ídem, Michelangelo Antonioni;  1966) cuando se habla de la conversación parece casi obligado, lo que en Antonioni era un discurso acerca de la imagen que daba pie a un ejercicio metacinematográfico sobre el montaje, en Coppola lo es sobre el sonido y montaje sonoro; posteriormente De Palma en Blow-out (Ídem, Brian de Palma, 1981) mezclará ambas ideas de forma interesante.
Harry Caul (Gene Hackman) es un experto en sistemas de vigilancia que es contratado por un alto empresario para realizar un trabajo de espionaje a su esposa, con la que piensa que tiene una relación  uno de sus empleados. Lo que parece un trabajo rutinario para Harry se complica cuando descubre que detrás de hay encubierta una trama de asesinato. El proceso de descubrimiento de la trama es todo un prodigio de utilización del sonido, con un complejísimo y esplendido montaje sonoro (del gran Walter Murch). En la película de Antonioni ocurría algo parecido, el personaje encarnado por David Hemmings descubría como se cometía un asesinato en el proceso de revelado de unas fotos que había realizado en un parque. Pero la gran diferencia entre los dos personajes estriba en su profesión; Hemmings es fotógrafo, Hackman es un espía, lo que posibilita a Coppola crear un personaje mucho más interesante a la vez que  articula un discurso acerca de la moral de su profesión, la culpa y la paranoia.

¿Es moralmente reprobable lo que hace Harry Caul? En ese sentido Harry estaría mucho más cercano al personaje de James Stewart en La ventana indiscreta (Rear Window; Alfred Hitchcock, 1954), ¿Es moralmente aceptable lo que hace James Stewart aunque resuelva un asesinato? Desde luego la postura del director inglés es mucho más cínica que la del americano. Coppola  condena la profesión de Harry (aunque se disculpe diciendo que él sólo realiza las grabaciones, no los actos que de éstas se derivan) pero no crea un personaje deplorable u odioso, al contrario, siente misericordia por él en su patetismo, aunque acabe preso de la paranoia.
Para crear un gran personaje cinematográfico no basta con escribir un gran papel, hay que dar con el actor idóneo para representarlo, en este caso es imposible hacerlo mejor que Hackman, que con una actuación introvertida, apoyándose en gestos, miradas, vestuario (ejemplar la idea de llevar siempre impermeable haga el tiempo que haga, acentuado así su temperamento paranoide) da una lección magistral de contención interpretativa.

Es portentoso como Coppola condensa en imágenes su visión de Harry Caul, cómo condena sus actividades sin resultar moralizante, haciéndolo mediante la sugerencia, ahorrándonos los discursos y alejándose de la tediosa retórica.
 La justamente famosa secuencia inicial es un ejemplo de ello, el equipo de Harry Caul esta grabando la conversación de la pareja sospechosa de infidelidad que pasea por una concurrida plaza de San Francisco. Es un comienzo que descoloca al espectador que no sabe lo que está pasando y que intuye que se trata de un asesinato por cómo está planificado;  un ayudante de Harry esta apostado en lo alto de un edificio apuntando a la pareja a través de una mira telescópica, después descubriremos que se trata de un potente micrófono dirigido. El planificar las escucha como si fuese un asesinato es significativo de las intenciones de Coppola.
Más adelante un atormentado Harry va a intentar de impedir lo que él cree que va a ser un asesinato, por lo que reserva una habitación contigua a donde sospecha que se cometerá y se prepara a ejecutar otra escucha. Tantea las pareces buscando el mejor sitio para colocar el micro y se decanta por el cuarto de baño, al lado del inodoro. Vemos a Harry tumbado al lado del sanitario colocando el micro y posteriormente escuchando lo que sucede en la otra habitación. Harry está escuchando en el sitio donde se defeca, la postura de Coppola, como en la secuencia antes citada es más que evidente. 
Pero Coppola a la vez siente compasión por Harry, su inadaptación social y la culpa que arrastra (hace años por una grabación hecha por él mataron a tres personas) matizan sus actos.


Volviendo de nuevo a la secuencia de apertura vemos que la pareja espiada se para al lado de un mendigo que está tumbado en un banco de la plaza y mantienen una pequeña conversación en la que manifiestan su lastima por la situación del indigente, mientras vemos un plano de éste tumbado en el banco. Más adelante al acabar un pequeña fiesta después de una convención de espionaje y seguridad, un grupo de colegas de Harry van a el edificio donde trabaja a tomar unas copas. Después de una discusión Harry se queda sólo con una mujer que parece atraída (interesada) por él. Pero Harry está obsesionado con la escucha de la pareja y pone la cinta con las grabaciones, no parece interesado en acostarse con la mujer. Ésta lo convence y lo recuesta sobre un camastro, entretanto seguimos escuchado la grabación. Mientras la acompañante se desviste vemos un plano de Harry abatido, ido, con la mirada perdida, escuchamos la conversación que los amantes tenían cuando miraban al indigente en el banco, Harry está encuadrado en la posición del paria. Se oye: "Pienso que alguna vez fue un bebé y tuvo una madre y un padre que lo amaron, y ahora está allí, medio muerto en un banco del parque".

A de la Hoz.

martes, 10 de marzo de 2015

COLORADO JIM. Anthony Mann. 1953.

THE NAKED SPUR.


   Howard Kemp (James Steward), es un cazador de recompensas que intenta capturar a un forajido, Ben Vandergroat (Robert Ryan). En su camino se topa con un viejo buscador de oro, Jesse (Millard Mitchell) y con un ex-soldado (Ralph Meeker) que responde al nombre de Roy. Entre los tres logran apresar a Ben y a su acompañante Lina (Janet Leigh). Por delante se dibuja el traslado del forajido a Avilane para que sea juzgado y presumiblemente sentenciado a la horca. El trayecto servirá para poner de manifiesto la codicia de todos los personajes, a excepción de la chica, lo que hará que nadie pueda confiar en nadie. Cómo en la mayoría de los westerns de Anthony Mann el protagonista tiene un pasado del que intenta huir y que se revelará a lo largo del itinerario.


   Toda la película se desarrolla en exteriores, salvo un intenso episodio en una cueva, esto da pie a Mann a utilizar el paisaje de forma narrativa. Mann no solamente utiliza las bella orografía de Colorado  de forma estética, sino que la integra en la narración y planifica según la localización elegida. Anthony Mann es uno de los directores que mejor planifica los encuadres, aprovechando el espacio fílmico de manera grandiosa, tanto cuando utilizaba el formato panorámico, haciendo unas composiciones realmente brillantes aprovechando la horizontalidad del encuadre, como, en este caso, usando el formato 1.37:1. Una de las cosas que distingue a Mann de otros directores en este aspecto, es que aprovecha la tercera dimensión del encuadre, es decir, compone en profundidad las escenas, potenciando de este modo la narración.
   Un ejemplo definitorio de esta puesta en escena lo encontramos hacia la conclusión del relato, en una secuencia en la que se van añadiendo elementos y puntos de vista hasta lo inimaginable.


   Ben ha logrado escapar de sus captores gracias a la colaboración de Jesse, al que ha engañado prometiéndole llevarle hasta un cercano yacimiento de oro, Lina también les acompaña en la huida. Ben dispara a sangre fría al confiado buscador de oro, matándolo en el acto y dejando su cadáver en una roca cercana al río. Su estrategia es que los disparos atraigan a los otros dos miembros del grupo mientras él les dispara desde una roca más elevada. Llegados a este punto tenemos el paisaje rocoso y los rápidos del río cómo elementos naturales, junto con un cadáver,  Ben y Lina. Mann planifica la escena en plano picado, utilizando la profundidad de campo en vez de la composición horizontal, vemos al fondo el cadáver y contemplamos a Ben y Lina apostados mirándolo, expectantes a la llegada del resto. La violencia de la corriente del río añade tensión al momento, así como el sonido que emite el embravecido caudal de agua. Ben dispara a los tacones de las botas de Jesse para asegurarse que se oigan los disparos y alardear de su puntería. Mann ahora sitúa la cámara al otro lado, encuadrando las botas de Jesse y viendo al fondo a Ben disparar, de esta forma consigue que todo resulte más violento a ver como las balas hacen saltar trozos de roca cerca de la cámara.


   Llegan Howard y Roy; en la composición, en la que el cadáver era el fondo, ahora pasa a ser el punto medio, ocupando el fondo del encuadre Howard y Roy, y el espectador sigue viendo a dos personajes que vigilan. El punto de intersección de las líneas visuales que forman perseguidores y perseguidos es el cadáver. Es decir Mann amplia cada vez más la visión del espectador, alejándonos progresivamente, para que veamos más. Roy se enzarza en un tiroteo con Ben, mientras Howard aprovecha para atacar por la espalda del forajido (una vez comienzan los disparos cada vez cobra más importancia el uso del sonido diegético, balazos y el ruido de los rápidos). Ben escucha el ruido de la espuela de Howard, pues éste se está ayudando de ella para escalar y sorprenderle por la espalda. Al darse cuenta es Ben quien pasa a ocupar en centro de las miradas, es decir está entre la de Roy y la de Howard. Howard ha pasado a ocupar el lugar del espectador y el espectador se aleja más,  mirando como Howard intenta mirar a Ben, que a su vez intenta mirar a Roy. En esta intersección de puntos de vista ahora Ben ha pasado a ocupar el lugar que antes tenía el cadáver, huelga entonces decir lo que le espera.

A. de la Hoz.