domingo, 18 de agosto de 2013

LA QUIMERA DEL ORO. Charles Chaplin. (1929.)

The Stranger.


Creo que está fuera de toda duda la capacidad de Charles Chaplin  para crear imágenes de una gran fuerza poética, a la par que graciosas y emocionantes. En La quimera del oro hay varios ejemplos de  ello, como la (justamente) famosa secuencia de la bota, o el memorable baile de los panecillos. Pero Chaplin además de un enorme cómico, y un magnífico actor también era un gran director, que apostaba por la sencillez (que no simpleza) en la planificación, y por una transparencia extrema.


En La quimera del oro hay una secuencia( y dentro de esta un plano) que no es tan famosa como las anteriormente citadas pero que a nivel cinematográfico creo que está por encima de ellas.
Empieza con el vagabundo encarnado por Chaplin caminando hacia un salón de baile, va abrigado, pues todo esta nevado y ataviado con una sola bota porque la otra ha tenido que comérsela anteriormente para poder sobrevivir, así que lleva el pie envuelto en trapos. La película mantiene generalmente un tono de comedia, es una cuestión de tono, porque visto aisladamente el plano es bastante desolador.
Entra en el local. Y aparece una cortinilla que dice "The stranger" que a mi modo de ver sobra, pues lo que viene a continuación nos muestra precisamente eso, la condición de extrañó  del vagabundo, llevada al extremo, pues nadie parece verlo, parece un fantasma.
Una vez dentro hay un plano general de Chaplin avanzando lentamente, todo el mundo le ignora, intenta integrarse, se mezcla con la multitud sin éxito,  es un paria, un excluido. Chaplin maneja el tono de una manera magistral, esto es posible en gran medida a que el publico empaniza asombrosamente con el personaje del vagabundo. Hay un cambio de plano aparece en el escenario un violinista que comienza a tocar. Nuevo cambio de plano, la cámara situada más o menos en la entrada del local. Toda la gente del local avanza hacia el fondo del local donde está la pista de baile (hacia el fondo del plano)...todos menos el vagabundo.



Ese movimiento de los actores y figurantes en el plano, dejando en primer término la figura solitaria de Cahplin de espaldas produce una sensación de aislamiento y de soledad de una fuerza tremenda, muy semejante a la producida en el último plano de Centauros del desierto. (The serachers; John Ford, 1956.). La película es de 1929 y demuestra que la profundidad de campo se usaba muchos años antes de Orson Welles y su Ciudadano Kane  (Citizen Kane;  Orson Welles, 1941.) aunque éste la convirtiera en "estilo". Pero Chaplin no contento con semejante muestra de talento, decide darle un toque poético, que además de emocionante, sea estéticamente bello. Entonces el vagabundo de espaldas se apoya sobre el bastón (arqueándolo), desplaza ligeramente los pies y delicadamente mueve la mano al ritmo de la música. Poesía en imágenes.

A.H.

martes, 6 de agosto de 2013

UNA HISTORIA VERDADERA. David Lynch. (1999.)

El viaje de Alvin.


"Una historia verdadera" pasa por ser la película más emocionante, lírica y delicada de David Lynch. Posiblemente así sea, junto con "El hombre elefante".  Mucha culpa de esto lo tiene la historia elegida, el trayecto de un anciano en una cortacésped para visitar a su hermano gravemente enfermo ,(recordemos que es el único guión ajeno que filma Lynch), y también el interprete escogido, un genial Richard Farnsworth.
Además de temas e intérpretes esa sensibilidad de que hace gala "Una historia verdadera" está apoyada por la puesta en escena de Lynch. He aquí la diferencia entre un gran cineasta y un artesano o un mero ilustrador. Esto se puede comprobar en un movimiento de cámara realmente prodigioso que desde el primer visionado me dejó perplejo, porque aparte de ser un movimiento sumamente delicado y poético tiene una función narrativa clara.


Situémonos. El anciano Alvin inicia el viaje a bordo de su cortacésped. El objetivo narrativo es mostrar la lentitud del viaje en segadora, esto se puede hacer de muchas maneras pero la escogida por Lynch es de una sencillez y una belleza sublimes.
Suena la genial partitura compuesta por Angelo Badalamenti para el film. Comienza el movimiento de cámara, siguiendo las líneas amarillas de la carretera, iguales a las de "Carretera perdida" (Lost highway, David Lych, 1997), pero si en aquel magnífico film eran mostradas a cámara rápida a ritmo del "I´m deranged" de David Bowie aquí son mostradas a la velocidad que lleva la cortacésped y al ritmo sosegado de los acordes de Badalamenti. La cámara comienza a elevarse lentamente, mientras casi imperceptiblemente se desplaza un poco a la derecha dejándonos ver a Alvin conduciendo la segadora. Continua el movimiento lento y ascendente rectificando hacia la izquierda y mostrándonos una larga recta,  sigue ascendiendo hasta encuadrar un cielo azul con nubes grises muy pictórico.


Lo normal llegados a este punto seria cortar el plano, pues ya nos ha quedado claro que Alvin, conduciendo su segadora va a tardar muchísimo tiempo en recorrer la distancia que lo separa de su objetivo. Pues bien, es en este punto donde se demuestra el talento de Lynch, donde otros cortarían, él sigue. Mantiene el plano del cielo unos segundos (deja pasar el tiempo), inicia el movimiento descendente y vemos que el bueno de Alvin en el tiempo que dura el plano apenas ha avanzado unos metros a bordo de su segadora.

MAGISTRAL.


A.H.