sábado, 3 de enero de 2015

L´ATALANTE. Jean Vigo. 1934.

A BORDO.



   Como bien dijo FranÇois Truffaut respecto a L´atalante, "Jean Vigo no coloca delante de su objetivo más que lo real que el transforma en fantasía, y filmando la prosa, logra sin esfuerzo la poesía."
   El argumento de L´atalante es en extremo sencillo y responde al planteamiento clásico visto en innumerables ocasiones; Amor-crisis-ruptura-reconciliación.


   Pero la gran diferencia está en cómo Vigo trasciende un argumento lleno de tópicos para dotar a la película de hermosura y lirismo. Para conseguir esto no recurre a  momentos climáticos en el desarrollo de la historia de los dos enamorados, interpretados con gran acierto por Dita Parlo y Jean Dasté, sino que utiliza el recurso de la sublimación de los momentos más cotidianos de la convivencia de la pareja a bordo del barco L´atalante en su improvisada luna de miel por los canales de Paris. En la exaltación de estas acciones rutinarias es donde mejor se aprecia el talento de Vigo, su forma de rodar, de una libertad y hermosura extraordinarias. Pero la libertad con la que filma no debe ser entendida como una sucesión de excentricidades o provocaciones (lo habitual en muchos cineastas, a los que con ligereza se les califica de "libres") sino que es verdaderamente libre porque no es deudora de lo clásico, ni de modas. A veces es realista, a veces artificial, a veces vemos un documental, otras una obra de vanguardia, surrealismo, naturalismo, todo conviviendo en perfecta armonía, momentos hipnóticos dan paso a otros ordinarios sin que haya fractura en la narrativa.
   Hay una secuencia entre Dita Parlo y Michel Simon, en uno de los camarotes que denota mucho de lo que es la película, de su libertad absoluta. La secuencia vista sin tener ningún tipo de dato sobre personajes o hilo narrativo, diseccionándola de manera aislada, es una secuencia de terror y así está rodada. Permitámonos pues hacer el ejercicio de analizarla de manera independiente.


   Juliette (Dita Parlo) baja al camarote de Jules (Michel Simon) y queda sorprendida de la cantidad de objetos estrambóticos que lo pueblan, según cuenta Jules los ha ido acumulando en sus diversas travesías por el mundo. Juliette se ha adentrado en un territorio "prohibido" y está fascinada, se acerca a la oreja una concha para oír el mar. En ese momento al fondo del encuadre aparece Jules, con su indumentaria harapienta, desgarbado, feo, siempre con la boca abierta, visto aisladamente es una presencia amenazante, sabemos que no lo és, pero está rodado como si lo fuese. Jules se acerca a ella y le muestra más objetos, relojes musicales, cajitas de música, que con su sonido, unido a la estrechez y barroquismo del decorado lo hacen todo más desasosegante. Jules le muestra a continuación una marioneta que tenía tapada con un viejo saco, comienza a manejarla, es horriblemente fea, escalofriante, Vigo la encuadra en contrapicado acentuando más el carácter siniestro del muñeco (otro de los iconos el cine de terror), a Juliette parece divertirla. Siguen conversando, mirando más objetos, Jules cada vez más cerca de Juliette, como un viejo rijoso buscando el contacto de la joven. Los encuadres en picado potencian más la sensación de agobio y amenaza. A ella le llaman la atención unos cuchillos, la cara de felicidad se torna una mueca de sorpresa, Jules la corrige y la dice que es una navaja; acto seguido se hace un tajo en la mano, muy cerca del rostro de Juliette,ella no parece creer lo que está viendo cuando Jules comienza a lamer libidinosamente la sangre que brota de la herida delante de ella.  Preocupada por el corte que se ha autoinflingido Jules se apresura a buscar unas vendas, pero de repente un gato salta repentinamente sobre ella, otro elemento más, por si eran pocos, convertido por el uso en un clásico recurso para asustar en las películas de terror. Ella se aparta el gato de encima con violencia y abre la puerta de un armario. Vigo coloca la cámara en el interior del mueble, de esta manera vemos lo que ella no puede ver, otra de las premisas básicas para crear inquietud y suspense, tener más información que el protagonista. Lo que vemos son unas manos cortadas metidas en formol en un tarro, una visión escalofriante. Ella las manos no las puede ver porque se lo impide un fotografía enmarcada. Coge la fotografía que es un retrato de un hombre y se la muestra a Jules preguntándole si es él el de la foto y dejando al descubierto el bote con las manos. Jules le responde que no, dice que se trata de un amigo muerto hace tres años. En ese momento ella ve las manos, asustada y con una mueca de horror y asco le pregunta sobre el origen del siniestro bote; a lo que Jules responde que son las manos de su amigo, el único recuerdo que conserva de él.



   Lo grandioso, y lo que pone de manifiesto el talento libérrimo de Jean Vigo es que la construcción técnica y dramática de la escena es clásica del género de terror. Reacciones, planificación, encuadres, clímax, todo visto aisladamente evidencia su adscripción al genero terrorífico, pero ensamblada en el resto de metraje no tiene nada de terrorífico, ni tampoco paródico. Vigo bebe de fuentes reconocibles para hacer algo completamente nuevo, talentoso y completamente personal.


A.de la Hoz.

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