jueves, 24 de enero de 2013

HUBO UNA LUNA DE MIEL. Leo McCarey. (1942.)



Leo McCarey ya había mezclado comedia romántica y drama con resultados excelentes en su anterior película "Tú y Yo" (Love affair, 1939, Leo McCarey). En "Hubo una luna de miel" también se combinan géneros, a los anteriores añádase cine de propaganda y espionaje, pero los resultados se alejan bastante de lo satisfactorio. Y es que la historia de la toma de conciencia de una (increíblemente) ingenua ex-corista llamada Katie O´hara (Giger Rogers), prometida con el Baron Franz Von Luber, colaborador nazi (Walter Slezak), que se enamora de el periodista Patrick O'Toole (Cary Grant) y acaba ejerciendo de espía, resulta un tanto descafeinada y excesivamente inocente, así como reiterativa y a veces sonrojante en su discurso anti nazi y proamericano,( por otra parte nada raro en las producciones rodadas durante la Segunda Guerra Mundial),  que casi siempre era lo peor de la función.


No cabe duda que no era tarea fácil; la película fracasa sobre todo en su parte dramática donde en ningún momento se logra transmitir emoción o sensación de peligro o amenaza por parte de los alemanes. La cinta levanta algo el vuelo en las escenas de comedia ayudada por el buen hacer del dúo protagonista, sobre todo Grant.  Ginger Rogers resulta  una elección inadecuada, porque aunque se desenvuelve bien tanto en comedia como en drama, no transmite la fascinación que produce su personaje sobre Grant y  Walter Slezak. Por otra parte, salvo Slezak, los nazis son meros comparsas, una pieza más del decorado, apareciendo en varias ocasiones en innecesarias imágenes de archivo; en este sentido resulta mucho más amenazante el reloj con la esvástica a modo de manecillas que en varias ocasiones marca el tempo del avance de las tropas alemanas por Europa.


La mano del mejor McCarey se deja notar en la puesta en escena, planificando las escenas de forma que casi podrían verse de forma independiente, a modo de piezas de un puzle y recordando en algunos momentos a "Tú y yo" sobre todo la parte final en el transatlántico (donde se produce uno de los mejores gags de toda la película) o una escena en una terraza en Paris, donde la torre Eiffel ocupa el lugar en el encuadre que en la anterior película ocupaba el Empire State.
Pero si hay una secuencia en que se demuestra el pulso dramático y la habilidad de McCarey para el cambio de tono es esa en que un desencantando y abandonado Cary Grant bebe para olvidar en una terraza de un "bistró" de París ocupado por los nazis, e inicia una reveladora conversación con Slezak. En ese momento Grant anticipa momentos similares en "Encadenados" (Notorious, 1946, Alfred Hitchcock) y "Tú y yo." (An affair to remember,1959, Leo McCarey.)

A.H.

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